En 2015, el mundo miraba con asombro como una nube gris (del tamaño de España) se posaba sobre el cielo de Pekín y otras provincias en China. Los niveles de polución alcanzaban sus máximos históricos y la contaminación atmosférica estaba 23 veces por encima de los límites recomendados por la Organización Mundial de Salud, obligando a gran parte de la población China a no salir de sus casas, reducir la actividad física y caminar con tapabocas.
En ese entonces, muchos bogotanos al ver la noticia pensamos que una situación de esa naturaleza en Colombia sería inverosímil, sin embargo, el pasado viernes Bogotá entró en alerta amarrilla por los altos niveles de contaminación que registró la ciudad, lo que obligó a que en cinco localidades (en las que habitan cerca de 3,2 millones de habitantes) se decretara alerta naranja, obligando a la administración distrital a la adopción de medidas, como nuevos horarios y días para el pico y placa; y la restricción de tránsito de vehículos de carga pesada en el occidente de la ciudad.
Si bien es cierto, que medidas como el pico y placa y la restricción de la movilidad de ciertos vehículos, son una “solución” en el corto plazo. El llamado es a tomar medidas de fondo y resolver el problema de raíz, lo que exige que la administración distrital fortalezca y aplique a raja tabla el Plan decenal de Descontaminación de Bogotá.
Así la respuesta del Distrito debe darse a través de una acción contundente enfocada a: i) ejercer un control real sobre las fuentes de emisión en la ciudad, ii) incentivar la renovación del parque automotor, iii) reemplazar los sistemas de combustión utilizados por el sector industrial (a través de incentivos tributarios), iv) adoptar programas de seguimiento y control a la calidad de los combustibles, v) implementar y mejorar los mecanismos de control para las fuentes de emisión móviles y fijas (estándares más exigentes para el control de emisiones), vi) organizar y optimizar el sistema de transporte público de la ciudad y vii) adoptar medidas para mejorar el flujo vehicular y la velocidad media de los autos en la ciudad, para esto, es fundamental incentivar el uso de medios alternativos de movilidad (vehículos eléctricos), construir más ciclo vías y garantizar la seguridad en las mismas.
Aunque el panorama es preocupante, aún estamos a tiempo de corregir, y aún no cruzamos la línea de no retorno. Todos estamos en la obligación moral de preservar el medio ambiente, y a través de pequeños cambios en nuestra cotidianidad, transformando hábitos de consumo y de movilidad, lo vamos a lograr.
Los problemas de la ciudad, no son del otro, ni son de la administración, los problemas de Bogotá son de todos, y por ello, como comunidad debemos trabajar conjuntamente para solucionarlos.
@SamuelHoyosM