Bienvenidos a Bogotá | El Nuevo Siglo
Viernes, 25 de Diciembre de 2020

Me cuentan -porque ni muerto quisiera atravesar el Paseo de Los Libertadores o autopista norte- que allí hay un letrero grande sentido norte - sur que avisa cuando usted ingresa a Bogotá. Dicen que es muy notorio y que si uno no ve el aviso de todas maneras lo siente al caer en semejantes huecos, desorden y abandono absoluto. Eso que me cuentan describe muy bien lo que representa la capital de Colombia. Un olvido absoluto. Tierra de nadie. Pero eso sí, un botín magnífico para populistas ególatras que desde su visión megalómana lo único que buscan es “sobresalir”. Y sí que lo logran.

Está muy bien que la gente se supere. De eso se trata. Pero está muy mal que la gente cuando por ejemplo y -esto es pura ficción- estudió su bachillerato en una escuela pública en Engativá y termina doctorados en la Universidad de Columbia, como dicen “a puro pulso” -aunque esos casi siempre son patrocinados por alguien eso no es así no más- se crea más inteligente que los demás y quiera controlar a todos. Y si esa persona llega a tener poder y conserva su resentimiento social -casi siempre son unos resentidos sociales- por las condiciones “adversas” que les tocó afrontar y con las que crecieron “a puro pulso”, pues casi siempre se vuelven un peligro para todos.

No tengo problema con sus resentimientos sociales si esa persona jamás tiene acceso a nada público. Sí los tengo y muchísimo cuando esa persona llega a tener acceso al poder público. Sobre todo, cargos de elección popular. Me acuerdo mucho del social climber Adolfo Hitler un simple cabo de origen austriaco que se destacó como mensajero en la Primera Guerra mundial y que sobra recordar qué logró hacer. Se caracterizó eso sí por la esquizofrenia, mitomanía, megalomanía, narcisismo y egolatría. Características nada buenas y que unidas se pueden resumir en una sola: misantropía.

Y si usted es así pues es su problema y si no afecta a nadie pues mejor. Nadie lo notará. Pero si usted es así y de pronto le habló un pajarito y desde ahí cree que tiene la verdad revelada y una inteligencia superior y le da por creer que tiene vocación pública -por 2 o 3 maestrías o doctorados que le patrocinaron- de esos que tiene hoy en día mucho “genio”, ahí ya tenemos un problema todos. Pues es muy difícil salvarse de las garras de estas “mentes superiores”.

Qué negocio tan chimbo la elección popular. Pagar impuestos para pagarles el sueldo y montarlos en un pedestal desde el cual nos miran. ¿Cuándo se romperá ese paradigma? ¿No podemos verlos como lo que son? Trabajan para nosotros. Deben limitarse a hacer únicamente lo que uno les autorice. ¿Los montan ahí para convertirse en el yugo de todos? ¿No podemos ser administrados por una empresa que gerencie sobre todo ciudades, sin imponer ideas, gustos, tendencias y caprichos para joder a la gente?

@juanfelipereyes@hotmail.com