Varios libros describen muy bien el abuso, corrupción y chambonería de que ha sido víctima Bogotá desde que la ley 78 de 1986 permitió la elección popular de alcaldes, comercializando el acceso a la alcaldía y permitiendo que la politiquería corrupta de Colombia se haga a la misma.
Bogotá ha tenido en los últimos 120 años 91 alcaldes. Cinco han sido mujeres. Siendo absolutamente intrascendente a qué sexo pertenecen o creen pertenecer los alcaldes. Da lo mismo. No por el hecho de que sea una mujer se garantiza nada y los hechos hablan por sí solos…
Lejos quedaron esos tiempos en que el presidente nombraba al alcalde de Bogotá y quedábamos en manos de personas serías como lo fueron Fernando Mazuera, Virgilio Barco, Hernando Durán o Augusto Ramírez Ocampo. Sin exagerar podemos decir que lo bueno que existe en Bogotá se los debemos a estos genios y alcaldes. Claro, los nombraban presidentes igualmente serios.
Bogotá es una víctima de la corrupción inherente a la politiquería. Es increíble que la misma ley haya permitido su comercialización. Una bajeza con los bogotanos. Por eso Bogotá es usada como idiota útil para lograr lo que importa de verdad y es la presidencia de la república.
Así ha sido siempre. El primer alcalde electo que tuvo Bogotá, Andrés Pastrana, no tenía en mente a Bogotá sino la presidencia y logró tenerla. En todo caso con mucha más decencia que hoy en día.
Por eso un alcalde evade sin vergüenza su responsabilidad en las tragedias. Como en la ocurrida en la subida a La Calera. Y se demora en reconocer que le toca poner la cara, así sea la CAR la que supuestamente tiene que atender la emergencia. Y cuando asume su responsabilidad ¡echa en cara que eso no le toca, pero aquí estoy! Y llega tarde y empoderada a gritar subalternos …
Esa es la fórmula exitosísima que los catapulta a la presidencia de la república. Está ampliamente probada...O acaso no recuerdan el contrato por 11.823 millones de pesos (máquina tapahuecos). O el cabezazo que se tuvo al cambiar el modelo de basuras (les priva cambiar los modelos de todo) que le costó la destitución como alcalde al actual presidente. Dinero de nosotros por el que jamás respondieron. Al contrario, salimos a deberles.
La solución es una prohibición legal que inhabilite al alcalde de Bogotá para aspirar a la presidencia de la república. Es lógica la desconexión y desconcentración “con el aquí y ahora” que deben padecer los alcaldes de Bogotá con semejantes objetivos ulteriores. Para los alcaldes de Bogotá recientes, el aquí y el ahora no existen porque su cabeza y sus intereses están en la presidencia…
Pagaría por ver qué candidatos se lanzarían. Muy seguramente serían perfiles gerenciales, técnicos y muy buenos. No populistas tipo López o el “caso de éxito” que tenemos en la presidencia. A estos, dejaría de interesarles no solo Bogotá sino la misma política…
Esta fórmula aplica para todas las ciudades principales de Colombia. ¿No estará ahí el fondo del problema?
juanfelipereyes@hotmail.com