¿Hacia dónde va Colombia? se pregunta el mundo, al no observar alguna ventana clara y transparente. Es borroso, confuso y turbio el panorama. Desde los más diversos puntos, el panorama está nublado. Parece que no fuéramos capaces de hacer algo legalmente aceptable. Todo es torcido e irrealizable porque nuestra mentalidad está invadida por el odio, la polarización, la inexperiencia y el desmedido afán de apoderarnos y usurpar lo ajeno, de desconocer la ley, los acuerdos.
Somos un pueblo en el que unos privilegiados quieren apoderarse de lo que pertenece a toda la comunidad. Esos que quieren cambiar el pensamiento, las costumbres y los anhelos de una multitud que busca bienestar, equidad, tranquilidad, vida amable, salud y paz, para todos.
El mundo civilizado nos mira con lástima, con piedad, con compasión. No entiende la forma de actuar de una dirigencia miope y despiadada. Los medios, los gobiernos, los defensores de los Derechos Humanos, de la vida, de la igualdad, de la justicia social, se asombran ante tanta atrocidad.
ONG, como HRW, denuncian barbaridades cometidas con una población indemne y frecuentes violaciones a los acuerdos de paz. Perplejidad y desconcierto invaden al nuevo gobierno de Estados Unidos, a las Naciones Unidas, al gobierno de España, a la Unión Europea, a las naciones que nos acompañaron durante los acuerdos de paz y en general el mundo civilizado. El desconcierto crece cuando aparecen los irrefutables “falsos positivos”, cuya tenebrosidad arrecia día a día, con testimonios escalofriantes de los autores materiales, mientras los cerebros se escudan para eludir la justicia.
Por todo esto, se requiere burlar, acorralar y satirizar la paz. Es una burda manera de sacarle el cuerpo. “Paz con legalidad”, la denominan Duque y el uribismo.
Con esa “muletilla” burlan los acuerdos, falsean su nombre, aplican un turbio velo a las diarias masacres y asesinatos de los líderes sociales. Así también presentan otros “falsos positivos”, para contabilizar la erradicación de cultivos ilícitos y preparan el envenenamiento de Colombia con el Glifosato.
Como existe engaño para todo, como ya ocurrió en las pasadas elecciones. Cada día aparece un señuelo para ocultar el desastroso manejo que se ha dado a la pandemia y la vacunación. Todo se retrasó y por ello, la inmunización de rebaño, no se alcanzará ni siquiera en 2022, año electoral.
Pero también se ha “fabricado”, la promoción internacional de ayuda a los venezolanos. La ola ha sido grande. ¿Tendremos con qué responder por ellos? ¿Hemos mirado el creciente desplazamiento forzado de nuestra población, que recorre a pié caminos y duerme en calles y parques? ¿Y qué decir de la miseria, el desempleo, la hambruna y pobreza que nos arropan? ¿Habrá Estatuto de Duque para nuestros desplazados? “Candil de plaza, oscuridad de casa”.
Con propaganda, mentira y falsedad se quiere esconder nuestra triste realidad, que nos lleva a un abismo nunca esperado.
BLANCO: Los dos meses de plazo a impuestos en Bogotá.
NEGRO: Las amenazas de muerte al Obispo de Buenaventura.