El día de la posesión de Joe Biden brillaron las mujeres. El 20 de enero pasado, sin duda fue claro que el brillo del evento lo tuvieron las mujeres que representaron un papel en ella.
Este año, debido a la pandemia, todo fue diferente. El National Mall, el gran parque de grama que va del Capitolio al Obelisco; en vez de estar atiborrado por miles de personas, estaba completamente cubierto por banderas, exactamente 200.000 mil, de los Estados Unidos y de los Estados que conforman la unión.
La visión de este “campo de banderas”, ondeando al viento, fue hermosa e imponente. Un homenaje al pueblo americano, que debido al covid-19, por primera vez en su historia como nación libre, no pudo asistir a presenciar el juramento a la Constitución de su nuevo Presidente.
Fue una ceremonia, de transferencia de poder, con toda la pompa que cada cuatro años prepara esta gran nación para celebrar su democracia, pero, esta vez, sin público. Estaban presentes solo los más altos estamentos del gobierno, Congreso, Corte Suprema, expresidentes y familiares del nuevo Presidente y Vicepresidenta.
Este año, por primera vez en la historia, una mujer Kamala Harris, se posesionó como Vicepresidenta. El momento fue conmovedor para las mujeres del mundo, aun para mí que pertenezco al partido opuesto a Harris y tengo preocupación sobre su desarrollo en la vicepresidencia, por considerarla bastante inclinada a la izquierda, aunque, últimamente ha moderado sus posiciones; (ya veremos).
Kamala, de 56 años, mujer de color y de origen jamaiquino e indio, fue juramentada por la magistrada Sonia Sotomayor, la primera jueza latina de la Corte Suprema. Esta es una emocionante prueba que, por fin una mujer, sin importar su origen, puede llegar a las posiciones más altas del gobierno de los Estados Unidos y, por lo tanto, del mundo.
Harris, elegantemente vestida pronunció un discurso sensato y preciso. No son pocos los que piensan que ella puede llegar a ser Presidente en pocos años, por la avanzada edad de Biden.
Pero, el brillo de las mujeres ese día no paró con la Vicepresidenta o la Juez de la Corte Suprema. La laureada poeta Amanda Gorman, recitó su poema “La altura que subimos”, escrito especialmente para este momento. La hermosa joven, de solo 22 años, deslumbró con la certeza, aplomo, preparación y elegancia de sus versos. Su excelencia, el color azabache de su piel, las apretadas trenzas que formaban el tocado de sus cabellos y su atuendo amarillo, representaron para mí el anhelo de que esta nueva generación, que ha sido tan criticada, tenga muchas más estrellas tan brillantes como ella.
Y, ni qué decir de Lady Gaga y su interpretación del himno nacional, con una voz capaz de hacer vibrar al sol. Algo comparable solo con la gloriosa extravagancia de su vestimenta, muy representativa de su personalidad y estilo. Con una voz menos espectacular, pero su acostumbrada “sabrosura”, Jenifer López cantó “América la Bella” y terminó con unas palabras en español, algo muy emocionante para los hispano parlantes norteamericanos y del mundo.
El discurso de Biden fue prudente y unificador, aunque bastante utópico. Ojalá pueda cumplir sus buenos propósitos antes que Nancy Pelosi los pisotee y destruya. Sin duda, el brillo de ese día fueron las mujeres. ¡Enhorabuena!