Buena nueva | El Nuevo Siglo
Martes, 5 de Noviembre de 2024

Nos recuerda san Marcos, 16: 9-15, que tan pronto como resucita, lo que Jesús hace es aparecerse ante María Magdalena, de quien había arrojado a siete demonios.

Pero cuando ella corre a contárselo nada menos que a quienes siempre lo habían acompañado pero que ahora andaban tristes y lloriqueando … ¡ellos no le creyeron!

Sencillamente, no podían creer que Él estaba, que seguía estando aquí, entre nosotros mismos.

Por lo tanto, era necesario persistir. Y, con suma paciencia afectuosa, el Señor elige a dos simples caminantes que se alejaban de la ciudad quejándose de que las cosas no hubiesen sucedido de otro modo; que todo hubiese terminado tan solo con una muerte más.

Es por eso que, con ellos, Jesús se toma más tiempo: les enseñó mientras caminaban, les mostró un método para saber cómo hacer las cosas, y luego cenó con ellos, partió el pan, se integró en sus vidas.

En otras palabras, los entrenó para que luego otros pudieran entrenarse en el largo camino de seguir propagando el mensaje.

Y cuando estos caminantes también van a anunciarlo a los discípulos originales, a quienes siempre lo habían acompañado a Él … ¡tampoco les creyeron!

Así que, para completar el ciclo, Él decide aparecerse ante los Once y les reprocha su incredulidad.

Es así como nos reprocha a todos que, a pesar de estar siempre presente en cada momento de nuestras vidas, no queramos verlo, le dejemos de lado, o lo olvidemos.

Luego, de modo casi oportunista, volvemos a recordar que existe y lo llamamos de nuevo.  Nos obstinamos en no verlo, pero lo maravilloso es que Él sigue ahí, nunca se aleja; no nos deja.

Así las cosas, haber resucitado significa, primero, que aparece para siempre en nuestras vidas (Magdalena);

Segundo, que nos enseña el camino (Emaús), o sea, que aprendemos cuál es el sentido salvador que su existencia tiene; y, 

Tercero, que ya tenemos un método con el que nosotros mismos podemos continuar con la misión.

Es por eso que el Señor les ofrece a los Once una tarea concreta que, al mismo tiempo, nos transmite a todos: “Vayan por todo el mundo y anuncien la Buena Nueva”: háganse maestros, muestren la palabra, den ejemplo, compartan ese saber, enseñen partiendo el pan con aquellos a quienes Dios ponga en el camino: ¡Sean los ‘Practicantes de la fe’!

Si, felizmente, Él ya está entre nosotros habiendo derrotado a la muerte; si ya nos ha dicho cómo hacerlo, y si ya nos ha señalado el rumbo, ¿cuál ha de ser ahora nuestro verdadero papel? 

vicentetorrijos.com