En las redes sociales, estamos saturados de bulos destructivos que se expanden como eso, como auténticos virus.
Generalmente, las cadenas de rumores tienen contenido político-ideológico, están inspiradas por un mismo sentimiento orientador y, en tanto expresión de conductas disruptivas, buscan causar daño.
En ocasiones, el daño que se urde es personal, con una víctima perfectamente identificada.
En otras, el daño se orquesta en un sentido más abstracto, más amplio y global.
Que es, justamente, lo que está sucediendo ahora mismo con la Covid-19.
Parecen ingenuidades graciosas, pero si se revisa con atención, estas cadenas falsas contienen el germen ideológico anarquista contra los pilares del sistema internacional.
En otros términos, buscan golpear al equilibrio de poder, al libre comercio y, en general, a la sociedad del conocimiento, la rentabilidad, el consumo y la libertad de elegir.
Consciente de que los iconoclastas, deconstructores y antisistémicos deben ser contenidos a la par que el coronavirus, la Organización Mundial de la Salud no se ha dedicado solo a estudiar el espectro de la enfermedad, la tasa de letalidad o la curva epidemiológica.
También ha querido explorar el sentido informativo, la proliferación ideológica, la propagación de ‘bulovirus’.
Uno de esos rumores indica que la cocaína puede proteger del coronavirus.
Es de suponer que los narcotraficantes están tratando de incrementar el consumo de estupefacientes en medio de la crisis.
Los transgresores también han difundido que puede propagarse mediante monedas, billetes y tarjetas de crédito, en una actitud muy cercana al pánico económico.
De hecho, la OMS ha aclarado que, con la higiene correcta, el riesgo de contagiarse de ese modo es sumamente bajo, de tal forma que basta con lavarse bien las manos, todas las veces que haga falta.
Asimismo, los irresponsables afirman que la Covid puede propagarse a través de las mercancías y productos despachados por correo.
Como bien lo aclara la Organización, semejante riesgo no existe, pues el virus no sobrevive mucho tiempo en los paquetes.
Y por último, entre tantos desafíos al sentido común, los activistas del caos difunden la idea de que los antibióticos acaban con el virus, como si no se supiera desde hace mucho tiempo que tales medicamentos solo son útiles contra las bacterias y que su uso indiscriminado ha sido altamente nocivo para todos.
En resumen, es el momento de la pedagogía social y global.
Cuando muchos gobiernos lo toman a la ligera, no ejercen los controles migratorios de rigor, no preparan a las comunidades y solo se dedican a emitir mensajes para “conservar la calma”, la OMS enseña.
Enseña que a los virus hay que tratarlos con la misma reciedumbre que a los ciberterroristas de oficio.