Noviembre de 2022 ha sido histórico y trágico para algunos gigantes de la tecnología. Meta despidió 11.000 empleados, Twitter sacó a cerca de 3.000 colaboradores, las plataformas de streaming recurren a la publicidad como salvadora y, para completar, cada semana se anuncia que alguna startup no puede resistir y se va del mercado colombiano.
La explicación no es que el castillo de naipes de los gigantes tecnológicos se está desmoronando. Es algo más profundo. Es un cambio gigante de paradigmas macroeconómicos. Tenemos que usar una frase que se ha vuelto recurrente en los últimos meses: es la economía ¡idiota!
En esta tribuna advertimos de distintas maneras que los gigantes tecnológicos tendrían que enfrentar una crisis sin precedentes. ¿De qué se trata? Que los inversionistas dejaron de meter plata en esas ideas o empresas disruptivas. Como en los casinos: siempre hay un momento en que el apostador quiere parar para que la mesa se enfríe un poco. Bien, eso es lo que está pasando.
Con la presión de las elecciones de medio término, el gobierno de los Estados Unidos movió todas sus fichas para bajar la inflación en noviembre. No importaba el costo. Había que dejar la percepción de que las cosas estaban mejorando para que el Partido Republicano no los arrasara en la disputa parlamentaria. La apuesta de Biden, y la FED, les salió mejor de lo que esperaban.
Los resultados electorales en Estados Unidos resultaron ser una bocanada de aire para Biden y, siendo optimistas, para todo el mundo. La expectativa económica es que la FED pare un poco con el aumento de las tasas de interés ya que la inflación en Estados Unidos comienza a ceder. Eso sí, lo que parece inevitable es que 2023 haya una recesión global.
¿Qué pasa con los gigantes tecnológicos en todo este entrevero? Pasa que les llegó el momento de rendirle cuentas a sus inversionistas. Los que pusieron plata para que sus plataformas crecieran comienzan a preguntarse si su inversión será rentable en el mediano plazo. Y ahí fue cuando el barco comenzó a hacer agua. El mayor síntoma de esto es lo que ha pasado con las acciones de Meta (Facebook) que han caído sin parar desde que al genio de Zuckerberg le dio por hacer un ‘all in’ en el Metaverso y parece que está fallando -hasta ahora-.
Pero el caso de Meta es la punta del iceberg de los gigantes tecnológicos y las startups. El problema que todos, grandes y pequeños, están enfrentando es el modelo de negocio. En palabras sencillas: no le están encontrando el quiebre, la fórmula, el camino para ser rentables durante mucho tiempo. Estas empresas han quemado miles de millones de dólares con novedades, avances hasta disrupciones, pero no les suena la flauta para ser sostenibles.
Y los mercados, mejor: los inversionistas ya no se están comiendo los cuentos del ‘futuro inimaginable de posibilidades con la tecnología’. Las bolsas de valores son dolorosamente pragmáticas. Apenas comienzan a sospechar que una empresa no será rentable, sacan sus fichas y se van a apostar en otra mesa, como en los casinos. Así que, si los gigantes y startups tecnológicas quieren sobrevivir tendrán que encontrar la formula para que sus modelos de negocio vuelvan a ser muy rentables en el mediano plazo.