CAMILO HERRERA MORA | El Nuevo Siglo
Miércoles, 27 de Julio de 2011

Normas, normas, normas


“Volver a filosofar a Colombia, entendernos como colombianos”


POR QUÉ  creemos que si creamos normas y regulamos más, la sociedad va a cambiar? El país está en un momento taimado que debemos analizar cada día con más detalle, si queremos encontrar una salida a este mundo de violencia y llegar a una tierra de tolerancia.


Mucha de la violencia que hoy vivimos se gesta en la desigualdad, que no es otra cosa que la diferencia entre los que tienen mucho y los que tienen poco. Condición que infortunadamente ha conllevado a un deseo de tener mucho inmediatamente y mantener lo que se tiene y lograr más a toda costa, causando así un mar de sangre en una sociedad que no tolera que algunos triunfen por su propio pulso y con esfuerzo.


Situación que ha llevado a que algunos políticos y juristas consideren que este proceso se controle por medio de normas y medidas policivas, como si el actuar humano pudiese ser modificado por una ley.


El comportamiento del colombiano es consecuencia de un proceso histórico y cultural, que viene desde la limitación de oportunidades, la zona de confort de una pobreza subsidiada y una ineficiente distribución de recursos, y ninguna de estas condiciones se modifica con un plumazo presidencial que hace eco de un pupitrazo congresional.


Entonces creemos que la violencia emana del licor vendido en las tiendas después de las 11 de la noche y que el consumo de cigarrillo en jóvenes es por la venta al menudeo, sin darse cuenta de que cuando se norma “contra-cultura” se causan mercados negros y las personas que laboraban en el marco de ley pasan a ser criminales que deben ser judicializados.


Criminalizar nuestro comportamiento no nos llevará a nada distinto que a más violencia y a una mayor inoperancia del Estado, porque al aumentar los delitos a controlar sin aumentar el pie de fuerza, no se logra la imposición de la norma, y se satura el sistema judicial, que cada día es menos capaz de evacuar todos los procesos que se han causado, llevándolo a colapsar de una manera catastrófica como indican los datos de impunidad.


Es momento de volver a filosofar a Colombia, entendernos como colombianos, comprender las raíces de los problemas y mostrarles a las juventudes “no contagiadas” que el logro está en el esfuerzo y no en el dinero fácil, porque “lo que fácil llega, a alguien se le quitó”.


Colombianada. Recordemos que de los 15.681 homicidios de 2010, sólo 5% se refiere al conflicto armado; por ende, un proceso de paz no nos lleva a la paz.
@consumiendo