CAMILO HERRERA MORA | El Nuevo Siglo
Sábado, 29 de Diciembre de 2012

¿Prospectiva o retrospectiva?

 

A  final de año llega ese extraño sentimiento entre la nostalgia, la frustración y la esperanza, donde recordamos lo logrado, nos castigamos por lo incumplido y nos queda la ilusión de un libro de 365 páginas en blanco.

Este extraño encuentro con nuestro yo del pasado y del futuro nos lleva a reescribir nuestros sueños, gracias a que cada día comprendemos nuestras limitaciones y las barreras que no podremos evadir.

Es muy fácil soñar y pensar que podemos hacer todo, pero la verdad es que no depende solo de nosotros y cuando comprendamos eso daremos un paso enorme en la definición de nuestra vida.

A final de año debemos estar serenos para comprender qué aprendimos y qué debemos aprender para seguir el camino que hemos comenzado a recorrer cuando ni siquiera sabíamos gatear. Es tan fácil ponernos metas simples como bajar de peso, cambiar de rutina o cortarse el pelo, pero al final cuando comenzamos a hacerlo comprendemos que por algo subimos de peso, tenemos esa rutina y el pelo largo. Nada surge espontáneamente, todo tiene una razón, y como dice un buen amigo: toda causa persigue su efecto.

 Es así que estamos en el umbral del pasado y el futuro, y comprendemos que las metas deben ser reales y con un origen claro, no un simple sueño que nos ponemos y que al final no podremos realizar. Este espacio es un regalo único, porque es de los pocos momentos en que podemos filosofar sin tener que saber hacerlo, simplemente sintiendo el peso de la experiencia, la potencia de nuestras capacidades y la serenidad de la comprensión; las preguntas filosofales nos abruman (porque, como, qué hago acá, para dónde voy, ese es mi camino, qué debo hacer, qué debo dar) y no vemos respuestas simples, porque nunca nos hemos detenido a pensarnos un poco más allá de todo lo que nos ha definido como común y verdadero.

La retrospectiva nos deja ver no solo lo bueno y lo malo, sino lo bueno que tiene lo malo y lo malo que tiene lo bueno, y nos lleva a una fuerte confrontación entre la realidad y la cajita de verdades.

 Por esto cuando esté pasando las 12 uvas, filosofe, disfrute ese regalo mágico de la física, donde el pasado y el futuro se funden en un segundo, donde debemos hacer prospectiva de nuestra vida desde una retrospectiva de la misma.

 Colombianada. El truco para llegar a algún lado es nunca olvidar de donde se partió.