CARLOS ALFONSO VELÁSQUEZ | El Nuevo Siglo
Lunes, 24 de Diciembre de 2012

Reflexiones sobre la familia y la paz

 

Las celebraciones de Navidad constituyen un período propicio para reflexionar en dos valores fundamentales: la familia y la paz. Estos valores cobran especial importancia en la Colombia de hoy donde por una parte se debaten el denominado “matrimonio igualitario” y “la interrupción voluntaria del embarazo”, sin considerar seriamente las consecuencias sociales en el mediano y largo plazos. Y por otra, se inició el cuarto intento de negociar la terminación del conflicto armado con las guerrillas. Conflicto este que, entre otras, ha traído consigo un progresivo irrespeto a la dignidad de la persona humana empezando por su vida.

Para comenzar bien podemos afirmar que Navidad es familia. Es el período propicio para reencontrarnos con los seres queridos, expresándoles nuestro cariño.  De la familia recibimos las primeras experiencias del amor. Allí maduran los vínculos que nos enseñan a integrarnos a la sociedad pues es donde aprendemos a dirimir los conflictos originados en nuestro egoísmo. La familia, patrimonio de la humanidad, constituye uno de los tesoros más importantes. ¡Cuánto debemos cuidarlo!

Valorar la familia, propender por su estabilidad, tiene consecuencias que revierten sobre el ámbito social en que se desarrolla nuestra vida. El matrimonio estable entre un hombre y una mujer con las relaciones de parentesco que genera, constituyen la fuente primaria del capital social, el cual se extiende hacia otras instituciones sociales: escuelas, universidades, empresas, en fin, a toda la sociedad.

Y para reflexionar sobre la paz caen como “anillo al dedo” algunos apartes del mensaje de Su Santidad Benedicto XVI con ocasión de la XLVIJornadaMundial de la Paz del próximo 1 de enero de 2013.

 Aclarando que no se trata de verdades de fe sino de principios que están inscritos en la naturaleza humana, el Papa hace énfasis en que el respeto a la vida humana es un principio que constituye un bien común que al ser buscado y protegido sin ambages conduce inexorablemente a la paz: “El camino para la realización del bien común y de la paz pasa ante todo por el respeto de la vida humana, considerada en sus múltiples aspectos, desde su concepción, en su desarrollo y hasta su fin natural…”

“Quienes no aprecian suficientemente el valor de la vida humana y, en consecuencia sostienen, por ejemplo, la liberación del aborto, tal vez no se dan cuenta de que, de este modo, proponen la búsqueda de una paz ilusoria. La huida de las responsabilidades, que envilece a la persona humana, y mucho más la muerte de un ser inerme e inocente, nunca podrán traer felicidad o paz. En efecto, ¿cómo es posible pretender conseguir la paz, el desarrollo integral de los pueblos o la misma salvaguardia del ambiente, sin que sea tutelado el derecho a la vida de los más débiles, empezando por los que aún no han nacido? Cada agresión a la vida, especialmente en su origen, provoca inevitablemente daños irreparables al desarrollo, a la paz, al ambiente…”. ¡Feliz Navidad!