“Fanatismo impide el conocimiento de propuestas”
En medio de las movilizaciones efectuadas en varias ciudades donde anarquistas han conseguido que terminen en refriegas, la primera consideración es la disminución de la imagen de las universidades, de estudiantes que pacíficamente concurren a ellas a la búsqueda de elevar el nivel académico, erradicar la corrupción, obtener mayores recursos, anhelos imposibles de conseguir con la turbación del orden público.
Los jóvenes tienen derecho a manifestar sus inquietudes, plantear soluciones a sus problemas, pero el esfuerzo se pierde cuando el fanatismo impide el conocimiento de propuestas sugeridas en caóticos tumultos. La desorganización protestataria agranda enredos, las naciones progresan no con refriegas, tumbando vallas, lanzando piedras y “papas bomba,” pintando grafitis, ensuciando edificios, rompiendo vidrios, lesionando gente, obstruyendo el transcurrir diario, así ello ocurra por acción de minorías bárbaras y no de la mayoría estudiantil interesada en desfilar de manera pacífica.
En esto deben reflexionar los estudiantes, especialmente sus líderes involucrados en una estrategia equivocada. No se trata de controversia ideológica ni de fenómeno revolucionario, golpear la civilización, fomentar la incultura. Colombia ha tenido en los últimos lustros sucesivas generaciones frustradas, sería lamentable que igual ocurriese con los compatriotas de la era cibernética. Llamo la atención a miles de jóvenes esperanzados en un futuro digno, confundidos respecto de cómo lograrlo por falta de sentido común, de raciocinio lógico, supeditados a la violencia, exponiendo al deterioro la calidad de estudiante, abriendo la duda de si es mejor que los centros de educación superior permanezcan abiertos o se vean forzados a cerrar sus puertas para impedir la incursión de destructores en sus instalaciones.
Errar, a cualquier edad es humano, perseverar en ello equivocado, situarse en lo irreal se vincula a la suposición de que la perfección vendrá con lo incongruente. El movimiento estudiantil forma parte del protagonismo social, mal estaría reprimirlo, el gobierno no puede exagerar en la adopción de decisiones que perjudiquen a sus integrantes. Entendemos que a los estudiantes compete mantener la solidaridad, aun cuando en veces sus apariciones sean atípicas e inesperadas. Es útil la crítica a una clase dirigente anacrónica inmersa en prácticas clientelistas, culpable de la mala utilización de recursos, responsable de delitos de corrupción, del aprovechamiento delictuoso de bienes, conviene investigar operaciones de venta de centros de educación superior en contra de la Constitución y de la Ley, es indispensable rechazar el lucro torticero pactado por debajo de la mesa en ciertas instituciones privadas. La educación es un servicio público, estamos de acuerdo en que los jóvenes se hagan sentir, sin embargo, no con desatino, permitiendo interferencias extrañas y violencia vandálica que crea más dificultades en lugar de resolver las existentes.