No es por incordiar, pero China está cerca. Sin menospreciar la utilidad psicológica que puedan tener los buenos propósitos para el nuevo año, dejar de fumar, comer más sano, andar más y esas cosas, éstos no bastan para atenuar el canguelo que inspira un 2023 que se presenta, ya desde sus primeros balbuceos, muy inquietante, o, cuando menos, lo suficiente para dejar lo de abandonar el tabaco, comer brócoli y usar más las piernas para mejor ocasión. Todo cuanto estaba cerca la semana pasada, lo sigue estando, pero China, concretamente China, está más cerca.
Ya el director de cine italiano Marco Bellocchio lo expresó hace más de medio siglo en el título de su película, tal vez, más disparatada; "La Cina è vicina". Ya estaba cerca, por lo que se ve, entonces, pero era por el siniestro influjo de la Revolución Cultural de Mao en tantos jóvenes europeos de la burguesía, y no, como ahora, porque ha decidido abrir sus fronteras de par en par en plena ola descontrolada de covid.
Las autoridades chinas llevaban aplicando desde hace tres años, desde el inicio de la pandemia, la política del "covid cero", una tortura para la población que no había logrado ni remotamente acercarse a ese imposible cero en contagios e infecciones, pero ante el estallido social de los folios en blanco decidieron, diríase que más como correctivo o escarmiento que por reconsideración, pasar del cero al infinito, es decir, pasar de todo, y con no contabilizar ni contagios, ni hospitalizaciones, ni fallecimientos, asunto oficialmente concluido.
Así las cosas, cuando aquí, pese al trágico goteo de unos 20 muertos diarios por Coronavirus, nos creíamos desembarazados de él, China se nos planta en la puerta, más cerca imposible. Se sabe que dos tercios de la población china está tocada, que el virus fluye desbocado por el país de los 1.400 millones de habitantes, y que en su Año Nuevo centenares de miles de chinos viajaron de acá para allá como si no hubiera un mañana, o como si, en efecto, no lo vaya a haber a causa de la reedición mundial de la pandemia que ya se ha cobrado la vida de unos 15 millones de seres humanos.
Todo cuanto hace una semana nos impelía, por ansiedad pura y dura, a fumar, a asaltar de noche la nevera y a alebrarnos en el sofá, sigue aquí, pero China no sólo sigue, sino que está más cerca, Ya lo estaba en 1967, cuando Bellocchio lo dijo, pero era un decir. Ahora no, ahora sí que está "vicina", demasiado "vicina", de veras.