Nadie sabe o se imagina lo que será el futuro, muy cercano de Colombia, ante la asfixiante carencia de autoridad, seguridad y en donde la tolerancia criminal rige y proyecta permanencia interminable.
El cambio climático viene registrando alarmante ausencia o exceso de lluvias que tradicionalmente eran reguladas por los fenómenos “El Niño” y “La Niña”. Nuestros suelos, y en general nuestra agricultura, disminuyen estruendosamente y amenazan con desaparecer.
A todo esto, hay que agregarle la guerra que miserablemente destruye a Ucrania, de donde importábamos los abonos con alta calidad y prontitud.
Vamos hacia la derrota total de lo que fue nuestro país, con su multitud de climas y alturas, que nos convertía en una despensa.
Lo anterior registra y deja plasmada la realidad de un país reflejado en el editorial de EL NUEVO SIGLO del miércoles pasado: ¿Estado pierde al Chocó?
Esa es la imagen que hoy se aprecia de lo que fue un departamento con riqueza incalculable, pero desaprovechada por los gobiernos, sus gentes y una racista nación.
El actual invierno que, tras la cruda sequía, ha descargado toda la humedad reprimida, inundando y arrasando territorios, cultivos y semovientes, hoy tiene a 44 mil familias, con el agua al cuello, a punto de ahogarse. No tienen como alimentarse porque la inundación se llevó todas sus cosechas. Tampoco poseen algo traído de otras regiones, porque el Eln los paralizó con un paro armado que los ha condenado a vivir a “mediagua” o ahogarse. Así vive esta comunidad “gobernada” por una infame guerrilla que vive a sus anchas inundando al mundo con la droga que producen.
Esto nos demuestra que, como lo dice el editorial, el Estado pierde, no solo al Chocó, sino a más del 35% del país, que está en poder de la proliferación de narcoguerrillas, a las que Petro abrió las puertas para una “paz total”, que nunca llegará. El expresidente Santos logró un proceso, que tiene al 90% de las antiguas Farc, cumpliendo, a pesar de los obstáculos de Duque y Petro, que no han aportado la implementación.
El presidente Petro creyó que, con su presencia en el Chocó, eliminaría el paro ordenado por el Eln, pero solamente logró que los del Golfo, sin escándalo, aplicaran los suyos en la zona que “gobiernan”. Entre tanto el director de estupefacientes se encerró en su despacho, sin aportar auxilio alguno a los centenares de damnificados por el cruel invierno.
El editorial deja un relato muy preocupante y casi insoluble de nuestro acontecer, con la subversión que, a su antojo, maneja inmensas regiones, ordena secuestro de nuestra fuerza armada, rapta niños, viola mujeres, aplica brutales extorsiones y siembra de muerte campos, poblaciones, veredas y ciudades.
Lo más grave parece ser que este gobierno desconoce la realidad que estamos padeciendo, o no tiene la autoridad y fortaleza para controlarla.
BLANCO: El café sigue sacando la cara por Colombia. Excelente labor de la Federación, posiciona nuestro grano.
NEGRO: Petro, el político, parlamentario por años, ganador de la alcaldía de Bogotá y elegido presidente, la ha emprendido contra la Registraduría, que escrutó limpiamente sus logros. Parece querer apoderarse del autónomo organismo para el 26.