El cristianismo nos enseña que el alma después que partimos de esta vida terrenal emigra a uno de esos tres estados: cielo, infierno o purgatorio.
Quizás el más permanente donde el alma se queda para la eternidad, es el infierno, lugar tenebroso en que el espíritu de la persona jamás saldrá. ¿Pero quienes entran al infierno? Simplemente uno mismo, aquellos que escogieron el camino del mal en este paso temporal, partiendo de la soberbia, prepotencia, egoísmo, ambición desmesurada y crimen, sin importar sus semejantes, quienes han cobrado vidas de otros por odio, celos, poder, riquezas y aborreciendo a Dios. Son quienes en su libre albedrio han realizado o realizan esos actos, perjudicando a los demás. Estado donde el alma en sufrimiento permanecerá para toda su eternidad.
Diariamente la prensa nos habla de crímenes atroces, robos desmesurados, crueldades hacia otros, guerras sin sentido humano por ambición de riquezas, poder, dominio donde gente inocente sufre y pierden sus propiedades y vidas, pues bien, aquellos que las planifican y las materializan, se ubican en ese estado del alma, en ese infierno del que nunca saldrán. Contrario a otros que han cometido faltas, robos, inclusive han cobrado vidas movidos por impulsos, situaciones de error, necesidad o defensa propia, pero reconocen en conciencia sus actos, al morir arrepentidos encuentran camino al purgatorio donde permanecerán en purificación para ascender al cielo.
En nuestra creencia cristiana y aun en otras religiones, la idea de esos tres estados del alma a la muerte coincide, desde luego con las diferencias culturales de cada confesión. Pero lo indiscutible es que no es Dios quien castiga o premia, somos nosotros mismos los que nos juzgamos. Mucha gente piensa que cuando el alma se desprende del cuerpo, es arrebatada por espíritus tenebrosos que la toman llevándola a los avernos. Para otros, nuestros seres queridos inmaterializados que ya partieron, nos reciben con ternura y amor, acompañados de ángeles celestiales. Esto ha sido contado por muchas personas que han tenido ECM, (experiencias cercanas a la muerte), otras han podido conocer lo que se cree que ha sido el infierno, pero que su paso por ese estado ha sido efímero, ascendiendo conducidas por ángeles celestiales a otro estado de paz, amor y tranquilidad.
Lo cierto de todo esto, es que existen muchas teorías, libros y ahora testimonios en voz y videos de gente real, que cuenta sus experiencias de haber muerto y regresado al cuerpo. La ciencia médica explica estos casos desde el punto de vista material, no se compromete con los temas del alma, pero lo cierto es que en la constitución humana somos cuerpo y espíritu, el uno muere extinguiéndose, pero el espíritu es permanente y el alma es parte del espíritu que activa la conciencia, pero que también es finita.
Veámoslo mejor así: En la religión cristiana, una persona consta de tres partes que son: cuerpo, es decir lo físico, el alma lo relacionado con lo emocional y el espíritu lo relacionado con lo espiritual. En otras creencias es muy similar conforme a su constitución.
Finalmente, lo único cierto y verdadero es que no es Dios quien nos juzga o nos ubica, somos cada uno con nuestros actos en la vida terrenal, quienes labramos camino al cielo, infierno o purgatorio.