Es un caso inusual en el país de la excelencia democrática. Por primera vez en la historia de los Estados Unidos una mujer busca la presidencia, ya un hombre de color la pudo conquistar, pero también un empresario multimillonario alcanzó la nominación de uno de los dos partidos norteamericanos y es el candidato oficial del partido republicano.
Las próximas elecciones se debaten en medio de teorías, estilos y propuestas diametralmente opuestas, es decir el claro y el oscuro de la política. La candidata demócrata Hillary Clinton cuenta con una hoja de vida ejemplar, con 40 años de experiencia, excelente formación académica y una tradición política construida desde el estado de Arkansas donde su esposo Bill Clinton fue gobernador y luego dos periodos presidente.
Del otro lado está el candidato republicano Donald Trump, un hombre de negocios y protagonista de un reality televisivo que catapultó su fama de hombre de éxito, duro e implacable. Persona sin experiencia política ni ideología definida, ha transitado en ambos partidos pero nunca ha ocupado un cargo de estado. Su fortuna la ha logrado por medio de la actividad inmobiliaria, compra venta de propiedades, construcción de edificios, hoteles y casinos.
Pero las diferencias asoman claramente, pues Trump promueve la división y propone la construcción de un muro que separe a los Estados Unidos de México para frenar la migración de ilegales. De igual manera la deportación de 11 millones de latinoamericanos, árabes y demás extranjeros que los considera una carga para la economía norteamericana. Estaría dispuesto a bombardear al Estado Islámico en cualquiera de los países árabes y acabar con la amenaza musulmana. No permitiría el ingreso de musulmanes a los Estados Unidos y vigilaría las mezquitas. No cree en el cambio climático considerando que los controles al medio ambiente son exagerados y perjudican la economía, aunque dice que hay que mantener el aire limpio sin necesidad de asustar con el cambio climático que es una mentira. Obligaría a la China a cambiar sus estándares ambientales y laborales para ponerlos a competir en igualdad de condiciones.
Mientras Hillary Clinton, bajo un discurso más moderado y racional, propone la unión del pueblo americano para afrontar las dificultades y amenazas a la tranquilidad y progreso de los Estados Unidos y el mundo. Propende por la paz del planeta, la unión entre los pueblos, una política de cooperación e integración. Ella cree que el pueblo Americano ha sido construido por inmigrantes y ellos son un gran valor nacional. Generar trabajo será su prioridad, pues con trabajo hay dinero y con dinero mejoran las condiciones de vida.
Dos visiones distintas, una retaliatoria y divisoria, mientras la otra de unión y acogimiento. Será el pueblo norteamericano el que decida la suerte de su país y de paso del mundo.