Colombia se encuentra en una gran encrucijada por las interminables incógnitas que rodean y acosan a toda su población, en torno a la reforma tributaria que, según los entendidos, es “impajaritable” por la olla raspada que le dejó Duque a Petro.
Las clases alta y la altísima, a las que casi nunca se ha tocado, prendieron sus alarmas, aunque discretísimas, durante la Asamblea de la ANDI. Los medianos van a ser lanzados a estratos 1, 2 y 3, pero con gravámenes de clase 6, mientras la anteriormente llamada clase baja quedará a expensas de los subsidios del Estado.
Es innegable que la reforma tributaria es inaplazable, como lo han planteado Petro, el ministro Ocampo y Ferrari, quien estaba designado Director de Planeación (al escribir estas líneas su nombramiento estaba en vilo). Infortunadamente la “llavería Ocampo-Ferrari” puede quedar desmembrada, por los funestos intereses que existen para impedir que Colombia establezca una verdadera estructura productiva, que nos lleve a modernizar la economía, cambiando la minería por agricultura, manufactura, turismo, economía digital y actividades que tengan futuro. No podemos depender exclusivamente de hidrocarburos y minería pero sí aprovecharlos, durante 8 o 10 años, cuando fenecen los contratos de exploración.
La “llave OcFer” considera indispensable la reforma tributaria porque los de mayores ingresos y patrimonios pagan muy poco, recargándose en los menos afortunados y pensionados.
Nuestro país, nuestra población y nuestro esfuerzo, deben centrarse en el cambio propuesto por Petro para alcanzar una nueva estructura productiva, como propone muy acertadamente el profesor Ferrari, para racionalizar las tasas de consumo y de inversión que fortalezcan el ahorro. La pobreza, el desempleo, la inflación y las estructuras de consumo e inversión requieren un tratamiento macroeconómico superior a la acelerada velocidad que lleva la matriz económica del mundo.
La inflación no se controla con tasas de interés. Esa fórmula ha sido descalificada por las únicas economías que crecen en el mundo. China y Corea, para poner solo dos ejemplos, demostraron que tal vez nuestros economistas y directores del Emisor van por la ruta equivocada. Los intereses solo sirven para elevar las arcas del sistema financiero, mientras 35 millones de pobres, la agonizante clase media y los pensionados van camino a la gran hambruna.
La fórmula “OcFer” -si no tumban a Ferrari, el que sabe- hay que respaldarla porque está preparada para sacarnos de la encrucijada a la que nos han llevado las políticas económicas de MIT, solo exitosas en los países desarrollados, pero funestas para el mundo en desarrollo.
Ella acepta ajustar la reforma tributaria, con un estricto control a la corrupción. Echarle mano a los Castaño, encarcelarlos y quitarles lo robado. Ponerle trabajo a la Procuraduría para que atrape a los saqueadores del fisco y acabar con las excesivas nóminas paralelas. Ahí tendríamos 80 y más billones para adelantar un gobierno que traiga la equidad y el beneficio para todos los colombianos.
¡Este Gobierno, este Congreso y este pueblo lucharán hombro a hombro, hasta conquistar la prosperidad!
BLANCO: El Nobel Santos es clave para lograr la paz Rusia-Ucrania. Con Ban Ki Moon dicen que el mundo debe saber que ¡las guerras no se ganan, se acaban!
NEGRO: Con bodegas y fake news quieren menguar a Petro.