Ya lo habíamos advertido, que mientras Colombia estaba en el radar de la Transición energética a nivel global en un lugar muy destacado y se convertía en un polo de atracción de las inversiones en proyectos para generar energía a partir de fuentes no convencionales y renovables (Fncer), la ejecución de los proyectos que fueron asignados en las tres subastas que tuvieron lugar entre el 2019 y el 2020, que comprometen 2.400 MW de potencia, auguraban un boom inusitado de las mismas, está empantanada y la entrada en operación de los mismos al Sistema Interconectado Nacional (SIN) se atrasa y pospone debido a obstáculos que lo han impedido.
Lo que temíamos ha ocurrido. En el último reporte del Foro económico mundial (FEM) que se acaba de revelar Colombia se rezaga, pasando de la casilla 25 en 2020 a la 29 en 2021 en el ranking, que ocupaba en 2021 y a la 39 este año, entre 120 naciones evaluadas de todo el mundo. Y después de estar en lote puntero Latinoamérica, ocupando el tercer lugar en materia de Transición energética ahora, ahora está en sexto lugar, superado por Brasil, Uruguay, Costa Rica, Chile y Paraguay, países estos que le han venido sacando ventaja. Colombia quedó a 5.4 puntos de Brasil, que es el país que encabeza en pelotón en la región.
Su nota en el Índice de Transición energética (ETI, por sus siglas en inglés) del FEM bajó del 66 en 2021 al 60.5. Es de anotar que este índice evalúa el grado de preparación y aprestamiento de cada país para avanzar en la Transición energética, así como la eficacia de los sistemas energéticos nacionales. Y no fue un buen mensaje a este respecto el aplazamiento de la Hoja de ruta de la Transición energética hasta febrero del año entrante después que se anunció en noviembre pasado en la COP 27 que se daría a conocer en mayo de este año.
No obstante que en materia regulatoria le va bien al obtener una calificación de 65.2, en cambio apenas pasa raspando en estabilidad política al obtener 3.58 en un rango de 1 a 7. Un aspecto que pudo haber influido en este mediocre resultado puede ser, además, porque al cambiar las métricas de evaluación introdujeron dos ítems en los que le va muy mal a Colombia, la innovación, con el puntaje más bajo y la seguridad energética, en la que se ponderó mucho la baja resiliencia en el suministro de gas natural, obteniendo una calificación de cero (¡!).
El hecho cierto es que, a pesar de los anuncios y de los buenos propósitos del actual gobierno, al corte del mes de junio de este año, Colombia sólo cuenta con algo más de 400 MW de energía solar – fotovoltaica, que representa a duras penas el 2.1% de la matriz de generación y pare de contar, mientras en generación de energía eólica está todavía en cero. Ojalá el Pacto suscrito entre el Gobierno, las empresas y las comunidades en La guajira, al destrabar la marcha de los proyectos, contribuya a recuperar el terreno perdido.
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