Muy atinada la voltereta que el Presidente Duque le dio a su cuerpo asesor de imagen, fortaleza, eficiencia y sensatez. Era indispensable ante los pobres resultados y la incuria en que ese grupo dejó los objetivos del Presidente a un vespertino programa de televisión costoso, gastado y poco efectivo.
Las cifras de opinión, van, vienen, aterran y causan desconciertos y divisiones en la Casa de Nariño. Eso es normal en todos los sanedrines y cortes reales, cuando las cosas no salen como se proyectan e hilvanan. Ahí es cuando la cuerda más débil masifica los fracasos para ganar primacía.
La navidad no fue “noche buena” para los encargados de divulgar, ensalzar y aupar al principado. Los nuevos, los que seguían en la “cola”, sobre proyectaron hasta las más ínfimas salidas del Jefe para desinformar a un país que solo quería salvarse, sobrevivir y ver el despertar de un nuevo día, gracias a la vacuna contra el covid-19. Noticias ciertas, noticias falsas, invadieron los medios y las redes, mientras las víctimas agonizaban, o aquellas cuyos parientes hacían fila frente a los hornos crematorios, esperando las cenizas.
Los nuevos consejeros pusieron en emergencia las fábricas de noticias, que van soltando de tal manera, que unas tapen a las otras. Y sobre las vacunas, hay fechas de llegada, para todos los gustos. El Presidente anuncia firmas de contratos confidenciales con cuanto vendedor existe. Hasta gerentes de vacunas han aparecido mostrando superneveras, ejércitos de batas blancas, agujas y jeringas. Han brillado por su ausencia, serias campañas pedagógicas, que tranquilicen y enseñen a una población desesperada, a cuidarse y a calmarse.
¡Las vacunas no llegan! Cada madrugada Colombia despierta con la esperanza de seguir con vida, pero la realidad, los medios y las redes descorren el velo del pesimismo.
Ante la necesidad de ocultar la verdad, atiborran y saturan a la gente con halagüeños pero falsos hechos: la inminente caída de Otoniel. El ataque a Bogotá por parte del Eln. La disfrazada reforma tributaria, de Carrasquilla, que todos sabemos pagará la clase media. La forma como vamos a compartir nuestra pobreza con los refugiados venezolanos que huyen de Maduro, mientras los nuestros se van de Buenaventura a Cali, sin que a nadie le duela. Los asesinatos de los líderes, que según HRW, alcanzan a 427 desde cuando se firmó la paz. La iniciación de las campañas electorales, en la que parece tomar posición preponderante la vacunación. ¿Vacuna por voto? Y entre tanto la miseria nos estrangula y nos agota. El desempleo, la informalidad, la inequidad, el hambre y la desesperanza, nos rodean… nos arruinan. Los ganaderos y palmeros que desforestan y destruyen el campo, llenan sus bolsillos.
Esa es la miseria que ahora tendremos que compartir… porque ¡para ésta tampoco hay vacuna!
BLANCO: El galardón a la vida de un periodista que se otorgó a Gustavo Castro Caicedo.
NEGRO: La proyectada reforma tributaria que no tocará la corrupción.