Sin duda los Estados Unidos siguen siendo una potencia mundial. Lo que pasa en ese país es clave para el mundo y en especial para Hispanoamérica. Más decisivo es su peso político, militar y económico, en medio de dos guerras que involucran a Rusia y Ucrania, en tanto Israel se bate contra sus vecinos.
Hasta hace poco tiempo el expresidente Donald Trump marcaba en las encuestas como el triunfador en las próximas elecciones presidenciales de ese país. El gobierno de Biden, bajo el desgaste del poder y confrontado con los republicanos, se la jugó para sacarlo de la contienda mediante una suerte de trampas judiciales en varios estados de la Unión. Siendo uno de los casos más sonados el de Nueva York, con un juez de origen colombiano, militante del partido demócrata y por coincidencia antiguo abogado del hijo de Biden. En dicho tribunal se escoge un jurado tendencioso y se le prohíbe a Trump hablar. El sonado caso se refiere a la supuesta omisión de unos impuestos.
Es tan artera la maniobra político-judicial, que parte de la opinión independiente se pone del lado del expresidente. Este caso y otros en distintos estados, en apariencia son planificados como bombas de tiempo para hacer explotar la campaña, en tanto Trump, pasa más tiempo en los tribunales que consiguiendo votos. Hasta que la Corte Suprema interviene y pone orden en esa intrincado negocio político-judicial, para señalar que algunos funcionarios como el fiscal a cargo del asalto al Congreso que incrimina a Trump, se excede en sus funciones.
En otro evento judicial se trata de una supuesta relación sexual, con una joven modelo dedicada al negocio entre los más antiguos del planeta de vender sus encantos, quien se ufana y describe con pelos y señales las supuestas escenas, no de seducción, puesto que al pagar no la hubo, sino de comercio sexual, donde ella cumple con eficacia profesional su tarea de complacer al millonario y hasta golpearlo en las posaderas con una revista. Su actuación provoca risas y suspicacia, lo cierto es que antes del juicio le quitó algún dinero con el cuento de demandar en caso contrario, lo mismo que reclamó otra gruesa suma por su última jugada judicial.
Todo parecía indicar que Trump terminaría en prisión, así fuese temporal, lo que no ocurre y deja al descubierto una trama legal y sórdida para destruirlo, dado que en el campo demócrata despierta la mayor inquietud el estado de salud del actual presidente de la República. Trump, hasta ese momento, sigue adelante en las encuestas y la imagen de Biden tiende a opacarse. En lo internacional es un pacifista que le exige a la Unión Europea que invierta en la defensa militar de sus fronteras. Es cuando Trump, al rebasar de lejos a Biden, aconsejado por sus asesores, decide desafiarlo a un debate televisivo. Se da el famoso encuentro entre los dos pesos pesados, y en una esquina queda Biden sin aire y en la otra resopla Trump, como un campeón. Lo que pasa es que al republicano se le fue la mano y por poco deja tendido en la lona al gobernante que quiere seguir en el poder. Es cuando la dirigencia demócrata decide pedirle la renuncia frente a la segura derrota. Biden, bajo presión, retira su candidatura. Entonces saca del cubilete mágico el nombre de su vicepresidenta para confrontar al aguerrido republicano convertido en héroe al sobrevivir un atentado siniestro contra su vida y quedar vivo de milagro. Se trata de la señora vicepresidente Kamala Harris, quien en las encuestas sube como espuma y de momento, sobrepasa a Trump, quien sin embargo se mantiene arriba en los estados bisagra de la Unión.
Kamala anuncia nuevas cargas impositivas, subsidios populistas, más control de precios y otras medidas que aumentarían los flagelos fiscales. Se la juega apoyada por la franja lunática, mientras Trump, apela a la defensa de la familia tradicional, como al proteccionismo frente a nuevas potencias como China y la India. También, insiste en cerrar las fronteras y combatir a los intrusos ilegales que las cruzan. Es cuando el demócrata Kennedy se va con Trump, lo que perjudica a la candidata que comienza a sentir los espasmos del desgastarse junto con el gobierno.