La última encuesta de Invamer sobre el gobierno del presidente Petro tiene indicadores que pueden estar anticipando el resultado de las próximas elecciones regionales, para la escogencia de alcaldes, gobernadores, diputados, concejales y ediles. Así como lo reflejaron recientemente Chile y España en las urnas, con un elemento latente, en la democracia de hoy, como es la velocidad para cambiar los afectos si no hay acciones de cambio rápidas que tengan armonía con las verdaderas necesidades.
Ya no basta con gobernar bajo el programa de campaña, hoy el compromiso democrático va con el día a día. El acceso a la información, la rapidez en las comunicaciones y la alta capacidad de reacción exigen al Ejecutivo ser capaz de no perder la señal, estar sintonizado y mantener el canal en vivo. El viraje del timón implica involucrarse con el término de escucha activa, incluso frente a la trasmisión y opinión recogida en los medios de comunicación.
Los tres indicadores más dicientes de la encuesta pueden estar reflejando la ausencia de esa habilidad comunicativa por parte del gobierno. Como tal requiere generar empatía, en la medida que atiende y comprende el sentir de la gente, sin presuponer o estigmatizar a quienes no están de acuerdo.
Los resultados de la encuesta, resumidos en tres indicadores dicientes dan muestra de ello cuando a la aprobación de la forma como Gustavo Petro se está desempeñando en su labor como presidente de Colombia, pasados los primeros diez meses de gobierno: un 59.4% responde que desaprueba la labor presidencial; un 70% que considera que vamos por mal camino y un 60.9% dice estar en desacuerdo con las reformas anunciadas, hasta el momento, con apreciaciones similares entre jóvenes y adultos.
Para España, el barómetro de CIS, también de mayo, de manera muy parecida a la de Colombia, indica que el desempleo y la situación de la economía son los problemas de mayor preocupación y se incluye la disconformidad con “el mal comportamiento de los políticos”, en el caso español. En la encuesta colombiana se habla de corrupción.
Aunque el porcentaje de desaprobación estuvo algo más alto en meses anteriores, es claro el grado de tensión y pesimismo de la mayoría nacional, que es tajante en no convenir las reformas que se pretenden al sistema de salud ni en encontrar la solución en la reforma laboral y pensional. Es decir, la gente quiere estabilidad, la cual sólo se puede lograr con un empleo (preferiblemente formal), seguridad y fortalecimiento de la economía.
Aquí hay que recordar la columna sobre el Cuidado de la economía, de hace unas semanas, donde se recalcó la necesidad de evitar una mayor caída de la economía y se recogía el llamado de la Asociación Nacional de Instituciones Financieras (ANIF) a pensar en la economía como un todo y ponerla en sintonía, para restarle puntos a la incertidumbre, reconociendo la percepción favorable del país hacia el sector empresarial (encuesta de la Universidad del Rosario, Casa Editorial El Tiempo y el Centro Nacional de Consultoría). El 72% de los colombianos manifestó admiración hacia las empresas y el 86% no concibe la generación de riqueza del país sin el desarrollo empresarial.
Es evidente que, sin sintonía, sin escucha activa, el gobierno se oirá a sí mismo hasta cuando las urnas se manifiesten. Esto esencialmente significa menos discurso y oído abierto a comprender el sentir de la calle.
*Presidente Corporación Pensamiento Siglo XXI