Cuesta creer que tras haber sido el principal soporte del gobierno venezolano durante los últimos años, ahora el presidente Santos esté dedicando sus esfuerzos diplomáticos a buscarle una especie de salida digna a Nicolás Maduro.
Cuesta creer que, tan solo por complacer a Donald Trump, Santos se haya comunicado con los presidentes Macri, de Argentina, y Peña Nieto, de México, para planear una iniciativa orientada a que él desista de su Constituyente.
Tras años de haber sido su principal aliado para poder negociar con las Farc-Eln, ¿cómo creer que Santos le esté dando ahora la espalda a su buen vecino tan solo para recaudar fondos norteamericanos con destino al posconflicto?
En otras palabras, ¿cómo creer que Santos traicione a su mejor amigo solo para evitar que en Washington se le siga señalando de permitir la multiplicación de cultivos ilícitos como retribución al Secretariado de las Farc?
Asimismo, cuesta creer que con iniciativas tan peculiares en su valija, Santos haya viajado a La Habana para tratar de involucrar a Raúl Castro en ese plan que desestabilizaría a la revolución con la que tan comprometidos han estado él mismo, Ortega, Moreno, Morales, Timochenko y Gabino.
En tal sentido, cuesta creer que Santos haya sido tan pragmáticamente-ingenuo como para pensar que Raúl y Machado Ventura (su segundo a bordo) fueran a invitar a Maduro a exiliarse en Varadero para anunciar desde allí el aborto de su flamante Asamblea.
En consecuencia, cuesta creer que el canciller Varela haya tenido que desmentir al Financial Times sobre estos temas y que Ventura se haya visto impelido a sentenciar que, "solo al pueblo y al gobierno bolivariano les compete superar sus dificultades, sin que nadie se entrometa en sus asuntos internos."
De hecho, ha sido Varela el encargado de reconfirmar la imperturbable solidaridad de Cuba con Venezuela, con lo cual, cuesta mucho más aún creer que él se haya dirigido personalmente a Santos cuando sostuvo que, "quienes intentan desde el exterior dar lecciones de democracia y derechos humanos, mientras alientan la violencia golpista y el terrorismo, deben sacar sus manos de esa nación."
En definitiva, cuesta muchísimo creer que Maduro haya llegado al punto de llamarle a Santos "sanguijuela traidora", y que se haya visto obligado de nuevo a recordarle que, gracias a su apoyo en el proceso de negociación, es como finalmente logró su reelección.