Daniel | El Nuevo Siglo
Lunes, 8 de Julio de 2024

Después del tercer llamado, la sala se oscureció y quedó en silencio. Al instante apareció Daniel, menudo, con gafas, vestido de blanco y rosa; y el público estalló en aplausos. Para muchos era la primera vez en un recital de piano y en la sala de conciertos de la biblioteca Luis Ángel Arango. Para él, como pianista, también era su debut en este escenario que acoge a los mejores intérpretes de música de cámara de Colombia y del mundo. No había sonado la primera nota y ya se respiraba mucha emoción en el ambiente.

Tocó los primeros tres compases y fue como si todos hubiéramos caído bajo el efecto de un extraño encantamiento. Chopin tiene su magia, sin duda. En pocos minutos, aquel nocturno creó la atmósfera de profundidad que se requería para afrontar la siguiente obra, el Gaspard de la Nuit, de Maurice Ravel; una pieza que es famosa porque es muy difícil de tocar y de escuchar. El público, hipnotizado, siguió con atención cada nota que brotaba del piano y se dejó llevar a ese no lugar a donde conduce esta música, muy cerca del alma probablemente; sin palabras, sin beats.

Vinieron los aplausos, ahora con ovación; luego el intermedio y en la segunda parte, dos obras comisionadas a Juan José Paz y a Juan Camilo Rojas, compositores colombianos, y al final una de Heitor Villa-Lobos. Al terminar era como si todos hubiéramos regresado de un viaje y fuéramos distintos. Qué fortuna para estos jóvenes, pensé, asomarse por primera vez a este mundo de la mano de su artista pop preferido. No lo van a olvidar nunca.

Es probable que Daniel también recuerde esta noche para siempre. Además de afianzarse como pianista clásico, logró traer a su público del pop a este escenario emblemático y mostró que no hay fronteras entre los géneros. La música es una sola. El Do que sonó en la obra de Ravel es el mismo que usa Daniel en sus canciones de pop, como compositor y artista independiente del mainstream. Que suene en uno u otro género no lo hace mejor o peor, lo hace diferente. Como suele ocurrir con la vida misma, las clasificaciones, los compartimentos y las etiquetas, que segregan y excluyen, solo existen en las formas obtusas de mirar el mundo. Afortunadamente es posible cambiarlas. Al final ese fue el mensaje poderoso que quedó de este recital, a mi tampoco se me va a olvidar.

Estudió música en la Universidad Pedagógica Nacional y luego en la Universidad de los Andes, hasta obtener el grado de maestría. Siempre supo que, además de interpretar el repertorio clásico, quería componer canciones de pop, tener una banda y cantar frente miles de personas; transitar fluidamente entre los géneros y llevar al público de un mundo al otro. El camino aún es largo, pero él ya logró lo más difícil, romper la barrera. Se llama Daniel y, además, para mí es un orgullo que su apellido sea Duplat. Lo mejor del mundo siempre para él.

@tatianaduplat