Con ocasión del VII Centenario del fallecimiento del príncipe de las letras italianas, Dante Alighieri, el papa Francisco emitió la Carta Apostólica Candor Lucis Aeternae sobre el Resplandor de la Luz eterna, donde se presenta a Dante Alighieri, como un profeta de esperanza y testigo de la sed de infinito incita en el corazón del hombre.
En esta Carta, Francisco propone a la atención de la Iglesia, a la universalidad de los fieles, a los estudiosos de literatura, a los teólogos y a los artistas la obra de Dante y, de igual manera, ha citado las palabras de diversos pontífices sobre el autor, el “peregrino pensativo”, como se le conoció en su exilio.
El Pontífice expresa que la obra de Dante, en efecto, es parte integrante de nuestra cultura, nos remite a las raíces cristianas de Europa y de Occidente, representa el patrimonio de ideales y valores que también hoy la Iglesia y la sociedad civil proponen como base de la convivencia humana, en la que todos podemos y debemos reconocernos como hermanos.
Dante, dice Francisco, sabe leer el corazón humano en profundidad y en todos, aun en las figuras más abyectas e inquietantes, sabe descubrir una chispa de deseo por alcanzar cierta felicidad, una plenitud de vida. Se detiene a escuchar a las almas que encuentra, dialoga con ellas, las interroga para identificarse y participar en sus tormentos o en su bienaventuranza. Su itinerario se ilustra en la Divina Comedia, es realmente el camino del deseo, de la necesidad profunda e interior de cambiar la propia vida para poder alcanzar la felicidad y de esta manera mostrarle el camino a quien se encuentra, como él, en una “selva oscura” y ha perdido “la recta vía”.
El Papa rescata la presencia femenina en la obra de Dante, porque tres mujeres interceden por él y lo guiarán: María, la Madre de Dios, figura de la caridad; Beatriz, símbolo de la esperanza y santa Lucía, imagen de la fe.
Exhortó el papa Bergoglio a las comunidades cristianas, a las instituciones académicas, las asociaciones y los movimientos culturales, a promover iniciativas dirigidas al conocimiento y la difusión del mensaje dantesco en su totalidad.
También animó especialmente a los artistas para que den voz, rostro y corazón, que otorguen forma, color y sonido a la poesía de Dante, siguiendo la vía de la belleza, que él recorrió magistralmente; y que así se comuniquen las verdades más profundas y se difundan, con los lenguajes propios del arte, mensajes de paz, libertad y fraternidad.
Es importante que la obra dantesca, aprovechando la ocasión propicia del Séptimo Centenario, se dé a conocer aún más y de la mejor manera, de modo accesible y atrayente no sólo a estudiantes y estudiosos, sino también a todos los deseosos de realizar la propia existencia en plenitud, quieran vivir su itinerario de vida y de fe de manera consciente, acogiendo y viviendo con gratitud el don y el compromiso de la libertad. ¡Debemos volver a los clásicos!