En estos días de diciembre y especialmente para los festejos de Navidad y Año Nuevo, que son eminentemente familiares, se potencian con el calor del los tragos las agresiones entre amigos y familiares, florecen viejos rencores y se recuerdan antiguas afrentas. Lo triste de la situación es que el género femenino, en la mayoría de los casos, se convierte en blanco perfecto de las agresiones.
Las estadísticas nos muestran que por estas calendas, la violencia física contra las mujeres proviene de la pareja o ex pareja, quienes agobiados por el mensaje fraternal de las fechas y arrastrando cargos de conciencia, uno que otro encuentra salida a sus resentimientos, emprendiéndola contra las personas más débiles del hogar.
Es por esto que quiero invitar a las familias en particular y a la sociedad en general, a razonar sobre el tema y cambiar de una vez para siempre el comportamiento hacia las mujeres, quienes con mucho amor y dedicación ponen el mayor de los empeños procurando que estas fiestas sean un encuentro de fraternidad y cariño familiar. No se pude tocar este asunto sin recordar que nuestro país tiene una serie de máculas que ensombrecen el panorama y nos obligan a reconocer la violencia hacia nuestras mujeres; nunca podremos olvidar a Rosa Elvira Cely y mucho menos a la pequeña Yuliana Sambiní. ¡Qué vergüenza pensar siquiera, que este tipo de actos se puedan repetir!
Hay que luchar para evitar la mínima presunción en esa dirección, se hace necesario crear conciencia en nuestra sociedad, que sufrimos de esa tendencia hacia el feminicidio, deshonra que hace presencia en diferentes sectores de nuestro tejido social.
Mi invitación radica en prometernos para este fin de año que el respeto por las mujeres hará presencia a lo largo y ancho de la patria, que las memorias de estos días muestren de manera contundente un declive pronunciado en ese sentido, buscando que brille el respeto por la integridad de las damas.
Fijé estas fechas para encarar el flagelo, pretendiendo tomarlas como punto de partida de una nueva concepción por respeto a la mujer. No podemos quedarnos en un fin de año ejemplar, es necesario que el entrante nos sorprenda con compromisos serios, dirigidos a condenar ese irrespeto y agresión contra las mujeres. Esperamos burgomaestres comprometidos en programas y estrategias, así como Concejos exigiendo control y defensa del sector femenino, blanco de malos tratos. Hacemos un llamado a todas las entidades municipales, invitándolas a construir una sinergia que erija conciencia de la cobardía que constituye el feminicidio y mal trato a la mujer. Sabemos que el hombre con tendencia a la agresión busca su víctima, pero lo importante es cerrarle el paso y entregar a la mujer, desde su niñez, herramientas que le permitan identificar y neutralizar al potencial agresor.