En Estados Unidos, un país con problemas raciales enormes y un desarrollo mayor de la consciencia de las minorías, hay en este momento una gran controversia sobre el más reciente stand up comedy en la plataforma Netflix del afroamericano de 48 años, Dave Chapelle. Políticamente incorrecto, agresivo y sin duda ofensivo principalmente con la comunidad LGBTQIA+, Chapelle plantea de manera inteligente un debate necesario sobre los límites del humor y la cultura de la cancelación.
El show ha recibido numerosas críticas, hasta el punto que los propios empleados de la plataforma de televisión en donde se trasmite en un acto de protesta, que se llevó a cabo en todas las oficinas del mundo, se retiraron de sus puestos de trabajo para dejar ver su descontento frente a las directivas de Netlflix por defender al comediante y por no incluir una advertencia sobre el contendido de ese programa diciendo que es peligrosamente transfóbico.
Chapelle es un comediante de larga trayectoria, su humor ha estado caracterizado por ese tipo de chistes incorrectos y agresivos. No es la primera vez que hace un show de este calibre. Sin embargo, es evidente que este último, por el que Netflix le pagó 20 millones de dólares, tenía la intención de generar esta polémica. Cada chiste y cada comentario parecen meticulosamente pensados para incomodar y a la brava generar una reflexión sobre un enfrentamiento en ebullición: el de las minorías.
En “The Closer”, como se llama el show, el comediante evidencia que las minorías simplemente por ser minorías no tienen que estar de acuerdo. Ese fue un discurso de la izquierda liberal, que adoptó la defensa de los más vulnerables, asumiendo que todos ellos coincidían. Eso es un gran error. Los homosexuales no necesariamente comparten la misma lucha que las mujeres ni están en todo de acuerdo con ellas. Así como los afrodescendientes, no hacen necesariamente alianza con los latinos. Por eso Chapell lanza una frase en su show, que resume esta diferencia: “Los homosexuales se olvidan de que son minoría cuando necesitan ser blancos”. Tal vez en el contexto colombiano esto no dice mucho, pero en Estados Unidos en donde la represión policial contra los afro ha sido históricamente brutal, es un reclamo poderoso que busca hacer un llamado de atención.
Hoy en día los chistes que hace Chapell no los podría hacer un hombre blanco, el trabajo de décadas para reclamarle al más privilegiado que no se burle de las minorías haciendo uso de su beneficio ha surtido efecto. Sin embargo, a Chapelle le está reclamando la comunidad trans su agresivo humor. De hecho, la protesta de los empleados de Netflix hace parte de ese lobby. Pero el propósito de todo el show es precisamente enviarle a esa comunidad un mensaje: Los afros llevan siglos de opresión y de lucha por sus derechos, para que ahora los trans quieran cancelarlo por hacer chistes sobre su comunidad.
Esto es lo que me lleva a plantear que esta cultura de lo políticamente correcto y de la cancelación como repercusión, poco a poco nos va a llegar a todos. Primero le tocó al hombre blanco, también le está tocando a la mujer blanca por las críticas que recibe de la mujer que pertenece a otras minorías y hoy le tocó a Chapelle, humorista afroamericano. ¿Quién seguirá después?