Como difíciles para la Policía Nacional podemos calificar los últimos tiempos, pues a la institución le vienen apareciendo una serie de situaciones que juegan en contra de su imagen y profesionalismo de sus hombres. No podemos negar la andanada de acusaciones contra miembros de la policía en diferentes estadios, como los procedimientos del Esmad durante las protestas en disímiles ciudades, hechos que han dado pie para abrir investigaciones contra sus componentes y mandos, por diferentes entidades de control, entre ellas la misma Inspección General.
Son investigaciones que aclararan el procedimiento y las responsabilidades de cada uno de los relacionados con los hechos, para satisfacción de la justicia y fruición ciudadana al comprobar que reina una pronta y preclara justicia. Pero ojo, que no es la institución el objeto de indagación, son los miembros de la unidad quienes en cumplimiento de orden legal emanada de autoridad competente, hacen presencia y actúan buscando restablecer el orden público donde se ha perdido, obrando en defensa de la ciudadanía, su honra, vida y bienes, doctrina nada fácil de interpretar y mucho menos observar con imparcialidad por parte de ciudadanos del común, como del inmerso en las protestas, que cree legítimo su comportamiento salido de madre, en detrimento de la sociedad y sus servicios públicos de disímil orden.
A lo anterior le debemos incorporar un impaSse de talante administrativo entre dos mandos superiores, controversia de claro sabor institucional que en muchas administraciones se han presentado, con la diferencia que hoy, las comunicaciones y redes sociales invaden esferas privadas, dando paso al conocimiento general de debates y puntos de vista enfrentados, propios del afán que acompaña las directivas ante hechos de importancia tanto administrativa como operativa, estos impaSses a lo largo de los años se han manejado con mesura, entendiendo que lo importante no son los hombres sino la institución y su destino.
Desafortunadamente en el caso que nos ocupa, la conciliación y el acuerdo en el debate, “que no enfrentamiento”, fue imposible de lograr por el conocimiento que del asunto tuvieron los medios de comunicación y las redes sociales, rapándole al mando la posibilidad de conciliar puntos de vista, acordando estrategias futuras, para identificar anomalía y tomar correctivos administrativos o penales.
Para peor tribulación, el arte de titular las noticias donde los periodistas son genios, hace que el país reciba lo que pudo haber sido un debate con futuro institucional, como una crisis de proporciones inesperadas. Pero las cartas están echadas, ahora corresponde a la Procuraduría y Fiscalía hacer claridad sobre los hechos materia del impase, aclarando en el menor tiempo posible el fondo de los problemas, para tranquilidad del gobierno, el país y la institución. Les recuerdo, una vez más, la investigación es a los hombres no a la institución.