No le resultó fácil seguramente a Mauricio Gómez Escobar ser el hijo del inmolado Álvaro Gómez Hurtado. Tanta responsabilidad aunada a ser nieto del expresidente conservador Laureano Gómez, fue la que llevó consciente en cada actuar de su vida.
Pudo el país haber esperado que, en su condición de heredero de ese ADN político, su futuro con garantía de éxito sería el Congreso, las discusiones partidistas o la confirmación de movimientos políticos, pero prefirió otros horizontes, los suyos.
De su padre, el pintor de los caballos, heredó el gusto por el arte; de su madre, la versatilidad en las letras. Por eso Mauricio Gómez prefirió seguramente el periodismo y las artes plásticas y desde allí demostró de qué estaba hecho y eso mezclado con su generosidad eran garantía de éxito.
En su labor periodística fue pieza fundamental en casas informativas de nuestro país, no sólo por su dirección sino por su labor periodística en el periódico El Siglo y el noticiero 24, así como en sus últimos trabajos nacionales en CM& y Caracol Noticias, trabajaos que tuvieron merecidos reconocimientos.
Desde el inicio de su carrera hizo parte de ese selecto grupo de periodistas que usan la pluma y los medios para denunciar a lo que se comenta en voz baja. Desafortunadamente como sucede a muchos colombianos, la violencia también estuvo presente en varios momentos de su vida, lo que cambió su destino obligatoriamente. El secuestro y años después el magnicidio de Álvaro Gómez Hurtado, su padre, fueron grandes golpes, pero él siempre fue de frente. El año pasado ante la aceptación de responsabilidad del congresista Carlos Lozada, según el cual fueron las Farc las autoras del magnicidio de su padre, fue contundente en afirmar que estas no tuvieron nada que ver y que quienes fueron sus responsables eran el entonces presidente de la República y su ministro de Defensa, posición que defendió siempre y sobre la cual batalló para conocer esa verdad.
Al exilio fue sometido por quienes amenazaron con asesinarlo porque les eran incómodas sus opiniones marcaron su rumbo de manera radical. Sin embargo, esto lejos de apaciguarlo, lo encumbró en sus pasiones, en Estados Unidos ejerció el periodismo desde Univisión y CNN en español. En París, Louvre fue el sitio de perfeccionamiento en la escultura y las artes plásticas. Siempre activo, aprovechó sin dudas la desgracia para generar una oportunidad.
La vida de este hombre, uno de los que más palabras generosas ha recibido por parte de sus amigos a raíz de su partida, es sin duda digna de admirar, pues hoy es difícil atinar si su mayor importancia fue dentro del periodismo o la cultura. En lo que concuerdan todos es que se trató de un caballero ejemplar y un señor en todo su nivel. Mi homenaje en esta columna no como amiga, pues no tuve la fortuna de serlo, pero si como admiradora de quien como muchos colombianos le damos todos nuestros respetos.