Lo que pase en los Estados Unidos compromete al mundo, es una variable inobjetable en los últimos doscientos años de la humanidad. En el presente siglo han sucedido varias cosas de impacto en ese país que repercutieron en el mundo. Primero la incursión del terrorismo internacional con los ataques de 11/11/20101. Mas adelante la elección de Barack Obama el primer presidente negro de Estados Unidos, luego el ascenso a la presidencia de un outsider, un hombre de negocios diametralmente opuesto al estándar político estadounidense, elegido con la divisa del poderoso partido republicano.
Obama ha sido calificado como un buen presidente, moderado, prudente, social y de intachable comportamiento. Descendiente directo de un inmigrante africano, sin dinero, de clase media y político. Deja excelentes logros como la inclusión de 20 millones de personas al sistema de seguridad social, la firma del pacto nuclear con Irán, el restablecimiento de las relaciones con Cuba después de 54 años, el retiro de las tropas de Irak, el crecimiento de la economía norteamericana y la disminución del desempleo, además de otras intenciones no cristalizadas como la legalización de los once millones de indocumentados, aunque si ayudó mucho en este tema a los emigrantes sin papeles. Siria en el limbo. En resumen Obama deja un balance positivo, la historia lo recordará como un buen presidente y quien rompió la hegemonía de los blancos en el poder norteamericano.
Ahora viene Trump, un audaz, pragmático y exitoso hombre de negocios, ultraderechista, un tanto xenófobo, inteligente y decidido. Modelo totalmente diferente a Obama, cree más en el fortalecimiento interno de los Estados Unidos, en recuperar el liderazgo internacional, no considera apropiada la política asistencialista ni adentro ni afuera de su país. Las cosas hay que resolverlas, nunca tirar la toalla, son sus lemas.
En su historia está la de asumir grandes retos y salir adelante, no está considerada la derrota, pudo haber tenido muchas caídas pero igualmente levantadas, al punto de proponerse llegar a la presidencia sin ser político y lo logró, venciendo al poderosos aparato demócrata y a la hegemonía Clinton.
Pero Trump no es torpe, es astuto, estratega, jugador y arriesgado, el sabe llegar al limite, pero no correrá riesgos inútiles, sabe cambiar de juego para lograr sus propósitos. Sus promesas de campaña las cumplirá, pero a su manera. A los rivales los combate y si no puede con ellos, se une. (If you cant them, join) viejo lema judío. Entonces no se expondrá a que lo corran, porque el aparato de gobierno estadounidense es muy sólido y ese país no es Venezuela, ni Cuba, ni Bolivia, ni Ecuador, ni Nicaragua, es una potencia con la que no se puede jugar. De Estados Unidos depende la suerte del mundo, de eso no nos equivoquemos.