Todo parece indicar que los entrampados eramos todos los colombianos que inocentemente creímos que el Sr. Ivan Márquez se había acogido a los Acuerdos de Paz de La Habana, como negociador y miembro de las Farc, y que las actividades de narcotráfico habían sido conexas y accesorias a los delitos de rebelión y demás que se le amnistiaban. Se le perdonaron sus faltas en virtud de los acuerdos y se le concedió una curul en el Congreso de la República y nos tragamos” el sapo” de que sus actividades de narcotráfico, eran conexas y accesorias a sus pretensiones de llegar al poder por las armas.
Resultó sorprendido después de los Acuerdos de Paz en actividades de narcotráfico, al igual que su sobrino y el supuestamente fallecido Jesús Santrich. Fue el gobierno norteamericano quien lo requirió en extradición por narcotráfico, y la Fiscalía colombiana no hizo cosa distinta que obrar de acuerdo a sus competencias cuando se tramita una solicitud de extradición. El requerido, antes que le echaran mano, tomo las de “Villadiego.”
Nuevamente caímos entrampados todos los colombianos cuando se nos dio la noticia de su fallecimiento en combate, al parecer en territorio venezolano y con él todos sus procesos antiguos o nuevos, que terminan por la muerte del reo. Resulta que era un simple ardid para que cesaran las persecuciones en su contra.
Viene luego otro entrampamiento para los colombianos, cuando escuchamos del canciller, refiriéndose al asunto, señalando que todo el circo que presenciamos con Jesús Santrich, los videos, su proceso en la Corte, la intervención de la JEP, la fuga, la curul vacía, etc., no existió, deliramos, y que el entrampado era el entrampador. Ese capítulo de la historia de Colombia, según el Canciller, fue al revés de como lo vivimos los colombianos.
Ahora, llega la joya de la corona, la señora vicepresidente a cambiar la historia, a señalar que el Sr. Márquez fue el entrampado, y que nuestra Fiscalía que atendió un pedido de extradición de los Estados Unidos, por el Cartel de los Soles de Venezuela en marzo de 2020, fue la autora de dicho entrampamiento. Quedamos en el peor de los escenarios.
Resucitado Márquez, si se le quiere dar otra oportunidad, el Gobierno debe asumir las consecuencias políticas que ello implique. El marco de los Acuerdos de La Habana no le sirve, pues su reincidencia impide su aplicación. Requiere de una nueva estructura de paz, de acuerdos y de concesiones para los disidentes. Es de advertir que los narcotraficantes no quedan cubiertos en ella, pues la Constitución no permite amnistía ni indulto para estos delitos, solo para los políticos. Tampoco puede acudir a la JEP pues como dijo su Presidente, es asunto cerrado, no cosa juzgada, pues allí no dictan sentencias.
Ahora, los entrampados somos los colombianos, que vamos a tener que creer al Gobierno del cambio, que Márquez es un pobre angelito, que se volvió disidente de los acuerdos, porque le tendieron una trampa cuando lo que sucedió fue, al parecer, que lo cogieron traficando con droga.
Si se quiere hacer la paz total ¡háganla...! de conformidad con la Constitución y con la ley, pero sin trampas.