No sé qué desayunará el Príncipe Carlos de Inglaterra en estos días en que los despistados ingleses están encartados con el tal Brexit (Britain exit de Unión Europea). Es probable que desayune faisán al horno, como cualquier miembro de la realeza que se respete, o tal vez bacon and eggs, o quizás opte por el full English breakfast; pero conociendo sus planchos gustos, que le llevaron a decirle bye a la preciosa Lady Diana Spencer para volverse una sola masa con una “mujer en situación de fealdad”, Camila, más seguramente desayune un suculento plato de cucarachas a la Parker. Pero sí tengo muy claro lo que desayuna doña Camilla: caldo de agujas, para practicarle acupuntura interior a su “belleza diferente”. Ella, según San Google, se hace llamar ahora Duquesa de Cornualles y si me preguntan, respondo lo mismo que la candidata de Zarzal al Reinado del Pandebono, cuando le preguntó el jurado qué diferencia existía entre la ignorancia y la indiferencia: “no sé, ni me interesa”.
Ese maldito Brexit se le ocurrió a David Cameron para ganarse el voto de los “emputados por todo”, llegando al colmo de abandonar un exitoso conglomerado de 28 países; pero le dio al señor Cameron -ahora más quemado que un camarón- dizque por convocar a los británicos en referendo si se iban o seguían con la UE y los muy despistados, por mayoría del 51,8%, votaron por el sí, a mediados de 2016, y ese chicharrón de ocho patas lo heredó la señora Theresa May, que anda más perdida que Adán el día de la Madre.
Pero es mejor olvidar ese bocado amargo y hablar de cosas más gratas, como el pandebono. Luego de examinar exhaustivamente su historia, he llegado a la conclusión de que fue inventado por el señor Almidonni Formaggio, un trasnochado panadero italiano residente en Cali y quien una calurosa tarde cualquiera, más desprogramado que el Alcalde de Gramalote, se puso a amasar ilusiones y a hornear a regañadientes unos panecillos que había construido con los ingredientes que primero se topó en su desvencijada cocina: harina de maíz, queso, huevo y almidón de yuca, a resultas de lo cual nació, sin siquiera barruntarlo, el más exquisito platillo y en su momento lo gritó a cuatro vientos, en perfecto italiano, cruzando y descruzando la Calle Novena: “pan del bono, pan del bono!” Y así nació el faisán de los pobres, el más exquisito bocado de que se tenga noticia y que, acompañado con café colombiano -sin leche, por favor- constituye el manjar de los manjares ante el cual el mismísimo Príncipe Carlos se quitaría su sombrero de montar a caballo, y hasta la propia Camila estaría dispuesta a cambiar su caldo de agujas por el pandebono colombiano.
Post-it. Sin aspavientos, pero con sencillez y eficacia, el señor Defensor del Pueblo, Carlos Alfonso Negret, acaba de obtener para Colombia la Presidencia de la GANHRI (Global Alliance Of National Human Rights Institutions), que es como el portal de los derechos humanos en el mundo. Gran noticia para este país donde la violación de todos los derechos humanos está al orden del día y ojalá nos sirva para fortalecer nuestras instituciones, empezando por la propia Defensoría del Pueblo.