La fundación de la nación judía o hebrea, el Estado de Israel, tiene un origen tan remoto que se puede encontrar en la Biblia, en específico en el libro del Éxodo. Moisés es el héroe de la historia. Moisés, el hebreo, que desciende de los patriarcas Abraham, Isaac, Jacob y José, virrey de Egipto. Moisés era parte de la segunda generación de israelitas nacidos en Egipto, y su historia tiene inicio en el suceso en el cual la vida de los primogénitos de Israel, corre riesgo letal, pues el Faraón ordena que todos los varones quienes gozasen del derecho de la primogenitura, deberían ser exterminado, pues los arcanos así lo designaron debido a la profecía que los consejeros del Faraón tenían bien clara.
Moisés hijo de Amram y de Jocabed de la tribu de Leví, fue “salvado por las aguas”, como la etimología de su nombre lo ratifica. Nombre que de hecho contiene la profecía, pues reivindica que Moisés o Moshé, en hebreo, sería quien liberaría al pueblo israelita; su pueblo, de la esclavitud en la que se encontraba. Y, precisamente, quien rescata al niño hebreo, es la hija del Faraón, el líder más importante de la tierra en aquellos días. Mosyteu “Porque de las aguas lo saqué”, de allí el nombre Moisés, dado por su madre putativa Bithiah o Batyah, que quiere decir “hija de ÉL”.
Sobre la madre adoptiva de Moisés, se sabe que incluso se le conoció por el apelativo de Iehudiah, en hebreo “la judía”. Y, es que, narra la historia que ella, la hija del Faraón, hizo parte de los egipcios que se convirtieron a la religión monoteísta, dejando el politeísmo, y acompañando al pueblo israelita en su Éxodo hacia la tierra de Canaán, luego Israel.
Larga es la historia en el desierto. Allí Israel convergiría en nación. En el Monte Sinaí, sucede el acontecimiento más importante de la biblia y del pueblo judío, esto es, la entrega de los diez mandamientos, que conformarían el Arca de la Alianza, que bien vale todas las riquezas de la tierra. Asimismo, es en el Sinaí en donde ÉL de Israel, se deja percibir ante la presencia de los israelitas y los egipcios que salieron junto a Moisés. En el Sinaí, todas las naciones vieron, escucharon o les llegó la historia, sobre la aparición de la presencia divina en la tierra.
Por medio de diez plagas, que van desde la conversión del agua en sangre hasta la muerte de los primogénitos, ÉL, permitió a Moisés y a Aarón que, por medio de una magia divina, liberaran a Israel de la esclavitud material e inmaterial, y cumplió con la promesa hecha a Abraham y a su descendencia de darles una tierra, la Tierra Prometida.
Éxodo también es la novela “bestseller” de Leon Uris, en donde se basa en el barco Éxodo 1947 (antes “President Warfield”), y en la fundación del moderno estado de Israel. Allí Uris, expone el drama que vivieron los más de 4.500 sobrevivientes del Holocausto, que se embarcaron en un plan de huida o éxodo, hacia el antiguo Mandato de Palestina, el cual estaba bajo jurisdicción británica.
Era la organización “Mossad Le'aliyah Bet”, perteneciente a la Haganá, y encargada de promover la “Aliyah Bet”, esto es, la inmigración clandestina de los judíos al Mandato de Palestina entre 1920 y 1948. De hecho, varias vidas se perdieron bajo las aguas, pues los británicos interceptaban la mayoría de los barcos que buscaban llegar a buen puerto. Aunque por lo general, los judíos que huían en este éxodo hacia la añorada Israel, eran deportados a los campos de refugiados de dónde venían, principalmente, en la vecina isla de Chipre.
La historia del SS Exodus o Exodus 47, a pesar de tener un final amargo, pues de esas más de 4.500 personas que esperaban asentarse en la tierra de Israel, luego de haber vivido el horror de la persecución, maquinaria y exterminio nazi, no lo lograron. En aguas territoriales del hoy Israel, fueron atacados por buques de guerra. El resultado fue de dos asesinados y de otras decenas de heridos. Sin embargo, el Exodus, llegó hasta el puerto de Haifa, pero, de allí, los ocupantes fueron obligados a embarcarse en navíos de la armada británica con destino final, de regreso a Europa. La tripulación del Exodus que había zarpado de Francia, dio a parar de nuevo allí, y luego a Alemania, a campos de refugiados, a donde nadie quería regresar.
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