Parece haberse definido la elección presidencial en los Estados Unidos de América, con una aplastante mayoría de votos de los colegios electorales que favorecen al candidato demócrata; además de haber sacado más de 74 millones de votos populares. Sin embargo, el candidato republicano, quién obtuvo cuatro millones de votos menos, no se conforma con su pérdida y ha iniciado todo una batalla legal en varios Estados, atacando los resultados al menos con seis demandas contra el conteo de los sufragios en Georgia, Michigan, Nevada y Pensilvania.
Los analistas advierten que es difícil remontar los resultados preliminares, pues necesitaría que cambien los resultados en varios estados. Sin embargo, con el argumento de que hay “acusaciones sustanciales” de un posible fraude, el Fiscal General de Estados Unidos, miembro del gobierno, dio autorización para comenzar las indagaciones judiciales a las que haya lugar. El Presidente candidato pretende que los tribunales le resten validez a los votos anticipados que llegaron por correo y que fueron computados en las horas posteriores a la jornada electoral del pasado martes.
El cambio de guardia en USA traerá seguramente el cambalache en varias políticas donde se observa una clara contradicción entre los dos oponentes: el multilateralismo internacional para el manejo de grandes problemas universales sobre el medio ambiente y el calentamiento global, los derechos humanos, el comercio internacional, la política frente a América Latina y, específicamente en nuestro país, el respaldo a los tratados de paz, entre otros temas trascendentales.
Algunos políticos locales colombianos y hasta algunos funcionarios del servicio exterior, imprudentemente tomaron partido en el debate electoral norteamericano, que seguramente traerá consecuencias, o al menos debería traerlas para su permanencia en los cargos. No se concibe que alguien que era manifiestamente proclive a uno de los candidatos vaya a mantener buenas relaciones en el gobierno del oponente a sus predilecciones. La coherencia debería por lo menos invitarlos a renunciar.
En el Perú se presentó un precipitoso cambio de titular del gobierno, por decisión del Congreso, fundamentado en hechos de corrupción. El Presidente saliente alegó que no había pruebas y se violaba su presunción de inocencia; esperemos que la decisión no tenga tintes políticos. En una ceremonia realizada en el hemiciclo parlamentario, el primer vicepresidente del Congreso le tomó juramento al Presidente saliente del Congreso, hasta el martes su titular, para que ejerza durante ocho meses y le colocó la banda que lo identifica como jefe de Estado. Manuel Merino, es el tercer presidente de Perú en cuatro años. Estabilidad democrática.
En Bolivia se posesionó el nuevo Presidente elegido por votación popular y la decisión de las urnas cambió también el acontecer judicial. Morales había salido investigado por corrupción, y ahora entró triunfante a su país, en manifestaciones multicolores y desaparecieron sus acusadores. En cambio, la acusada y sometida a investigación ahora es la anterior presidente interina que venía desempeñando el cargo. Se revuelve en Bolivia claramente la política con lo judicial; son las cosas de la democracia.