Tras el anuncio de la firma de paz en La Habana y en el Teatro Colón de Bogotá, muchos colombianos y extranjeros entendieron que el orden y la convivencia volverían a Colombia de inmediato. Se supone que en un país civilizado en que impere el sistema democrático, la violencia no debe prosperar. Los medios y gobiernos del exterior asimilan como un hecho que la paz pasaba a imperar en Colombia al dejar las armas las Farc. Por lo mismo, en el exterior pocos entendían que los colombianos en su mayoría hubiesen votado en contra del denominado plebiscito por la paz. El desconocimiento sobre la realidad colombiana es grande fuera de nuestras fronteras.
La debilidad del Estado aquí es proverbial, en cincuenta años de lucha armada contra los subversivos, apenas se producen valiosos resultados en el gobierno de Guillermo León Valencia, en el de Julio Cesar Turbay Ayala, donde el general Luis Carlos Camacho Leyva cumple un papel crucial. Belisario Betancur, en su gobierno, se concentra en la negociación por la paz, sin que los alzados en armas entendieran el fondo de su política de convivencia, lo que deriva en el asalto al Palacio de Justicia, con miras a la toma del poder y enjuiciar al gobernante.
El secuestro del dirigente conservador Álvaro Gómez, deriva en la negociación con el M-19 y la convocatoria a la Constituyente de 1991. En los dos mandatos de Álvaro Uribe, se da una verdadera campaña militar contra los alzados en armas que atentan contra el Estado y se esperaba que su sucesor, Juan Manuel Santos, culminara la tarea en la que había colaborado como ministro de Defensa de Uribe, de acabar con los grupos armados. La derrota militar de los subversivos era fundamental para acabar con el mito que dada la geografía y la condiciones de sociopolíticas de Colombia, estos siempre podrían esconderse en sus guaridas de las cordilleras, selvas y en la jungla de las ciudades, más con las montañas de dinero de los cultivos ilícitos y con terceros países que los apoyan. Lo cierto es que en el resto de la región en todas partes fueron derrotados y qué en vida de Fidel Castro, éste reconoció que ya no era posible que se repitiera en fenómeno revolucionario como el suyo, menos al caer la Cortina de Hierro y derrumbarse la Unión Soviética y culminar la guerra fría.
El territorio de la periferia de Colombia, pese al ejemplo de Brasil que ha hecho de esas mismas zonas en su país una fuente de riqueza, cultivos y ganadería, aquí por la falta de infraestructura y el retroceso que provoca con su política de tierra arrasada la Farc y otros grupos subversivos, seguimos sumidos en el atraso y la violencia endémica. En esas zonas la riqueza minera es enorme y numerosas veces hemos dicho que es allí donde deberíamos desarrollar grandes sembrados en millones de hectáreas de bosques que darían gigantescos recursos para el desarrollo y bienestar. Tarea pacifista y de progreso en la que el papel de las Fuerzas Armadas sería crucial y donde el uso de los ríos navegables esencial para abaratar costos y hacer desarrollo.
El poder disuasivo de las Fuerzas Armadas en lo interno y externo es vital para el futuro pacífico del crecimiento y desarrollo nacional, por lo mismo los agentes de la subversión y el caos, cargan cada cierto tiempo sus campañas mediáticas contra los uniformados y los altos mandos. Es así como buscaron defenestrar al general Nicacio Martínez, como impedir su ascenso a general de cuatro soles. Los cargos contra el general ocurrieron cuando él no tenía mando directo de tropas y le atribuyen hechos en los que lo único claro que quedó es que no tuvo nada que ver con ellos. Siendo, desde luego, un valiente y eficiente oficial que se destaca en la lucha antisubversiva. Los ataques contra el general permitieron sacar a la luz pública la trayectoria de un gran soldado que ha dedicado su carrera a defender el orden y las instituciones, dispuesto siempre a ofrendar la vida por la patria, lo que le ganó la simpatía de millones colombianos solidarios con su ascenso, refrendado por el Congreso de la República.
El clima de solidaridad en el Congreso con las Fuerzas Armadas se extendió al respaldo al ministro de Defensa, Guillermo Botero, un reconocido dirigente empresarial que ha jugado un papel destacado y eficaz en favor de los comerciantes, que se destaca por su compromiso con el desarrollo nacional y esfuerzo por elevar las condiciones de vida de los colombianos, así como en defender al sector privado en la vida nacional.
Queda claro que Botero es uno de los ministros que asume a plenitud sus responsabilidades y se destaca por sus propios e indiscutibles méritos, lo que le granjeó la ovación de las mayorías del Congreso y la opinión pública.