El gobierno del “cambio” en Colombia, presidido por Petro, ha adoptado una postura audaz y controversial respecto a la economía nacional. En una clara desviación de las prácticas tradicionales, ha rechazado tanto la industria del petróleo como la del carbón, las cuales representan el 61,4% de las exportaciones del país, sumando un valor de 32 mil millones de dólares anuales. Estas cifras no son triviales, pues contribuyen significativamente a los ingresos del Estado, esenciales para financiar proyectos en diversas regiones.
Ante este panorama, surge una pregunta crucial: ¿Cuál es la estrategia del Presidente Petro para reemplazar los ingresos generados por los hidrocarburos y el carbón? La necesidad de encontrar alternativas viables es imperativa, dada la dependencia histórica del país en estas fuentes de ingreso. ¿Será que al Presidente se le olvida que en noviembre del 2022 el Congreso le aprobó el Presupuesto Bienal de Regalías por 31,3 billones de pesos, que serán claves para cumplir todas sus promesas del fin de semana en su recorrido por el Pacífico?
Paradójicamente, aunque el turismo se ha presentado como una posible alternativa, las recientes decisiones gubernamentales parecen contradecir esta dirección. La reforma tributaria, vista como inoportuna por muchos, ha impactado negativamente al sector turístico. El incremento del IVA en los tiquetes aéreos al 19% y la eliminación de beneficios tributarios al sector hotelero plantean un desafío significativo.
La seguridad, un pilar fundamental para el florecimiento del turismo, enfrenta desafíos críticos. El aumento de extorsiones, microtráfico, secuestros y masacres ha generado una percepción negativa de la seguridad en Colombia. Según encuestas recientes, el 84% de los colombianos consideran que la seguridad está empeorando. Esto se refleja en la industria turística, por ejemplo, en 2023 la ocupación hotelera durante la Semana Santa disminuyó considerablemente en comparación con el año anterior, con pérdidas estimadas en 136.000 millones de pesos y un impacto negativo en el empleo.
En el Foro Económico Mundial, el Presidente Petro reiteró su compromiso de no firmar más contratos de exploración de hidrocarburos y de decir no al carbón. Sin embargo, esta postura plantea interrogantes sobre la sostenibilidad económica y energética del país. La dependencia de reservas limitadas de petróleo y gas, y la posible alineación con políticas energéticas externas, como las del régimen chavista en Venezuela, podrían tener consecuencias significativas para Colombia. La transición energética está en riesgo, sin minería no lograríamos los compromisos del 2030 y en el 2050 no cumpliremos con la meta de cero emisiones.
En conclusión, el gobierno del cambio enfrenta el desafío de equilibrar su agenda ambiental y económica con las necesidades reales del país. La administración de Petro necesita abordar de manera efectiva la seguridad, garantizar la sostenibilidad económica, y establecer un marco claro para el futuro energético y turístico de Colombia. La dirección actual plantea interrogantes sobre la viabilidad de estas industrias y el futuro económico del país.
La improvisación del gobierno del “cambio”, pero en reversa, nos está llevando al abismo: ni petróleo, ni turismo.