La condición del indígena puede mejorar de dos maneras: o el corazón de los opresores se conduele al extremo de reconocer el derecho de los oprimidos, o el ánimo de los oprimidos adquiere la virilidad suficiente para escarmentar a los opresores.
Manuel González Prada
Como en las épocas de la conquista, es lamentable, triste e indignante, saber que nuestros ancestros indígenas, los afrodescendientes y campesinos estén sufriendo en esta época una de las peores arremetidas de las bandas ilegales para desplazarlos de sus territorios.
Es la propia Defensoría del Pueblo, la que hace la advertencia y por eso hay que buscar solidaridad internacional, para presionar al Estado colombiano a que cumpla su función constitucional de defender los derechos de sus conciudadanos.
Pero como los desplazados son seres o compatriotas poco importantes ante el ojo del gobierno y de los dirigentes políticos, no cuentan con el respaldo oficial para su protección y rechazar estas agresiones contra su integridad y sus intereses.
Además de que este flagelo social está afectando toda la Costa Pacífica, en Córdoba, en su capital, Montería hace meses buscaron refugio en el parque principal 1.500 indígenas que han huido de la guerra y otros que fueron obligados a abandonar sus parcelas.
Sea quien sea, por orden de quien sea y con oscuros intereses están causando una gran tragedia humana a familias enteras que, con niños y sin ayuda oficial, han tenido que abandonar lo poco que habían conseguido con su trabajo y llegan a engrosar los cordones de miseria de las ciudades.
Estos pueblos donde habitan el negro, el indígena y nuestros campesinos, siguen desde la colonización, sufriendo persecuciones. Por el abandono del gobierno central son los más atrasados en temas de infraestructura básica, lo que les imposibilita alcanzar un buen nivel de desarrollo.
A pesar de toda esa zozobra en la que viven, estos pueblos ancestrales no pierden su alegría, su esencia, su cultura, su música y sus costumbres, gracias a su visión cósmica y su concepto de vida, que debemos respetar y aceptar.
El ministro de Defensa, Diego Molano, reaccionó al informe de la Defensoría del Pueblo sobre el aumento del desplazamiento en el país y dijo que: “los desplazamientos forzados son producto de los cultivos ilícitos”. Considero que esa es una respuesta de aceptación de que el Estado es incapaz de controlar y ejercer autoridad en todo el territorio patrio.
Lo cierto y real, es que en gran parte de estas regiones la autoridad la están ejerciendo las bandas criminales y fuerzas irregulares y por eso es urgente que sea reasumida por el Estado, para que no siga perdiendo el control en estas zonas.
El llamado que hacemos al gobierno nacional es que se trace un plan urgente, primero de atención a cerca de 50.000 desplazados y enseguida trazar un programa para que, con la protección y garantías necesarias, estas comunidades puedan regresar a sus poblaciones en condiciones de seguridad y dignidad.
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