La tensa situación en el Oriente Medio crece después de reconocer Irán que por error se produjo el trágico accidente del avión ucraniano impactado por un misil que ocasionó la muerte de ciento setenta y seis pasajeros de diferentes nacionalidades. La violencia de los últimos días intensifica la conflagración agudizada con la decisión del presidente Donald Trump de poner fin a las actividades terroristas del general de división Soleimani, jefe de los defensores de la revolución y de varios de sus compañeros en el aeropuerto de Bagdad, Irak, implicado en las operaciones de Al Quaeda y Hezbollah, auxiliador del gobierno de Al Asad en Siria y de los talibanes en Afganistán. Los ataques iraníes a las bases militares con presencia norteamericana en reacción a tal decisión fueron inmediatos.
Hay un choque de civilizaciones desde hace siglos, el enriquecimiento del tratamiento del uranio, la acusación del intento de fabricación de armas nucleares por Irán con violación del acuerdo suscrito entre Estados Unidos, el Reino Unido, Francia, Rusia y China, unido a las discrepancias en cuanto a la explotación y venta del petróleo, a las discrepancias comerciales, a muchos problemas más, han conducido a un conflicto grande. No existe diálogo, la escalada de violencia aumenta, pedimos que se busquen salidas concertadas para disminuir el recalentamiento humano, el peligro de llegar a una confrontación multilateral.
La Organización de Naciones Unidas debe actuar, a los Estados miembros asiste la obligación de hacerlo, las furias de la naturaleza golpean, los incendios en Australia acaban con fauna y flora, terremotos y desastres impactan, acrecentarlos es empeño suicida, la obligación es demostrar que el hombre no es un lobo para el hombre, aprovechar bien ciencia y tecnología. La defensa de los derechos humanos, el uso de la razón, expresar opiniones pero también escuchar se impone, el ruido mortífero de armas letales, la desaparición del terrorismo, son metas por las cuales la humanidad trabaja. En el caso de Irán, la comunidad internacional tiene que cooperar para no agravar la mala condición económica de su pueblo.
Hay un subfondo ancestral, el Estado de Irán es religioso, teocrático, fundamentalista chiita y enarbola que la civilización cristiana es infiel, enemiga de Alá omnipotente y misericordioso. Varios Ayatolás expresan que la muerte del general no obedeció a una operación antiterrorista sino contra el Islam. Las decisiones del presidente de los Estados Unidos carecen de esta connotación, al igual que las de mandatarios de naciones desarrolladas del planeta, urge analizar la parte religiosa del conflicto que afecta no solamente a Oriente y Occidente, sino al mundo entero. No a la guerra, sí a la paz.