El pasado 2 de febrero se celebró en todo el planeta el “Día mundial de los humedales”, dando cumplimiento a lo establecido en la resolución 75/317 emanada de las Naciones Unidas el 31 de agosto del 2021. Se celebra este día para conmemorar la fecha de adopción de la convención de Ramsar sobre los humedales, adoptada en la ciudad iraní de Ramsar el 2 de febrero de 1971 y trata de crear conciencia universal acerca de los humedales para la humanidad.
El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente indica que los humedales constituyen uno de los ecosistemas más importantes del planeta. Son un refugio para la fauna, filtran la contaminación y son importantes depósitos de carbono.
Una definición amplia de los humedales incluye a ecosistemas como lagos y ríos, acuíferos subterráneos, pantanos, arrecifes de coral y muchos otros; pero también, sitios artificiales creados por el hombre como estanques de peces o embalses.
En Colombia, la convención entró en vigor 27 años después de la reunión en Ramsar, el 18 de octubre de 1998 y cuenta con nueve sitios designados como Humedales de Importancia Internacional (sitios Ramsar), que tienen una superficie de 760.340 hectáreas. Uno de estos sitios es el Complejo de Humedales Urbanos del Distrito Capital de Bogotá, que el primer complejo de humedales urbanos altoandinos de América Latina en ser designado; el pasado 2 de febrero se anexaron 2 humedales al complejo.
Colombia está comprometida con la convención y propugna en forma permanente por recalcar la importancia de la conservación de este tipo de ecosistemas, los cuales no son solo responsabilidad de las autoridades ambientales, sino más bien de los estados y sus ciudadanos.
A pesar de la demora en aunarse al convenio, no podemos desconocer la importancia de los esfuerzos de los diferentes gobiernos nacionales por aumentar las áreas Ramsar protegidas y por aumentar las zonas de reserva protegidas; pero lamentablemente esto no es suficiente para lograr objetivos concretos en esta materia. Es de anotar la deficiencia en los mecanismos de control que garanticen el cuidado y el buen desarrollo y protección de estas áreas, así como un adecuado uso de los presupuestos que manejan las autoridades ambientales para dicho fin.
Hoy por hoy, y tal como lo he expresado en este espacio en diversas ocasiones, las CAR son entidades dedicadas a estudiar y otorgar permisos y licencias, pero dedican poco o nada de su presupuesto a ejercer un control que en todo caso no podrían ejercer dada la escasez de personal y de presupuesto.
Sería de mucha importancia conocer de primera mano las propuestas de los candidatos presidenciales con respecto al manejo integral de las entidades de control ambiental, sería útil saber cómo piensan modificar los sistemas de permisos y licenciamientos y como planean controlar las áreas protegidas de nuestro país.
De lograrse una reforma que agilice y simplifique los trámites, se lograrían varios objetivos; se agilizarían los trámites para impulsar el desarrollo, se cerrarían focos de corrupción en algunas entidades, se conocería el estado real de nuestro patrimonio ambiental, protegeríamos nuestras zonas de reservas y daríamos un paso adelante para la supervivencia de nuestros descendientes.
Estaremos prestos a oír y analizar las propuestas ambientales de los candidatos, entre tanto solo nos queda rogar para que el tema se tome en serio, con criterios técnicos y no con discursos que pretendan ideologizar el tema ambiental.
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