El crecimiento de un país, en gran medida, depende de dos importantes factores: estabilidad política y seguridad jurídica. Las reglas del juego claras y con vocación de permanencia, son los factores que generan confianza en un país, fundamentales para las personas y para las empresas. Un Estado eficiente estimula el crecimiento de nuestra economía y derivan en mayor bienestar social, que no asfixie con exceso regulatorio y fiscal la actividad individual. Fenómenos sociales como las manifestaciones a lo largo del subcontinente, empiezan a constituir una clara amenaza a la estabilidad política de la región y se convierten en un pesado lastre para el crecimiento económico.
En Colombia, la consigna de muchos parece ser “perdimos las elecciones, ahora les haremos imposible gobernar” y, a través de la fuerza, la minoría va tratando de usurpar el derecho de la mayoría a gobernar. Su estrategia es el escándalo, los bloqueos, los titulares de prensa. Esta muy bien que la oposición haga oposición, aspecto esencial de la democracia, lo que no es aceptable es que pretendan gobernar e imponerle su agenda a un gobierno legítimo que recibió un mandato contrario al que reclaman.
Una cosa es el diálogo, otra es bloquear al país para chantajear al gobierno y obligarlo a ceder ante sus caprichosas e inaceptables peticiones. La democracia es el gobierno de las mayorías que, garantizando los derechos de las minorías, marcan el rumbo del país ejerciendo su derecho al voto cada cuatro años.
El Presidente Duque recibió un claro mandato por casi 12 millones de colombianos, que no quieren que haya una negociación con los terroristas del Eln hasta tanto no renuncien por completo al secuestro y al terrorismo; el Presidente Duque recibió un mandato para combatir con contundencia el narcotráfico, no para ser tolerantes con el motor de la violencia; el Presidente Duque recibió un mandato para revisar las concesiones excesivas a los criminales de lesa humanidad, dándole prioridad a las necesidades de las víctimas; el Presidente Duque recibió un mandato para generar crecimiento económico, sobre la base de estimular la generación de empleo formal, a través del crecimiento de la actividad empresarial, por encima del asistencialismo y el paternalismo del Estado, con subsidios insostenibles y regresivos.
La administración Duque lleva un poco mas de un año, pero tiene importantes logros para resaltar, como un ahorro de 3 billones de pesos en el gasto público, un crecimiento del 24% de la inversión extranjera, un insólito aumento del 10% en el presupuesto destinado a educación -el mayor de la historia-. Por supuesto, falta mucho, hay cosas por corregir, pero negar lo positivo es contra evidente. Validos los reclamos, la oposición argumentada, la manifestación social espontánea y ciudadana. Pero rechazo absoluto a pactar con los violentos y los incendiarios, el Presidente Duque gobierna para todos los colombianos, pero su agenda no la puede imponer la oposición.
Bienvenido el diálogo, pero que no se nos convierta en gritería, ni meta al país en una espiral que nos detenga el crecimiento, el para nada despreciable 3,5%, muy superior al de la región y al de los países del OCDE. Que el diálogo sirva para mejorar, para crecer, pero que no sea una excusa para desestabilizar, ni para chantajear al gobierno. Ojalá esta sea una oportunidad para fortalecer la democracia, para demostrarnos que podemos hablar entre nosotros y que nuestras diferencias nunca más serán tramitadas con violencia.