DIANA SOFÍA GIRALDO | El Nuevo Siglo
Viernes, 27 de Junio de 2014

SORPRENDENTE SELECCIÓN

El fútbol da lecciones de vida

Esta  sorprendente selección está llena de enseñanzas. Nos demuestra que perseverar, trabajar duro, estudiar con empeño, planificar inteligentemente, aprender de las equivocaciones, jugar en equipo, respetar al adversario y colaborarle al compañero dentro y fuera de la cancha, ganar con elegancia, superar los tropiezos, conectarse emocionalmente con la gente y encomendarse a Dios rinden frutos mejores que los soñados por los más optimistas.

Por lo pronto, ya nos dieron a los colombianos unos maravillosos días de felicidad que, además, deberíamos aprovechar para aprender unas lecciones duraderas.    

Las experiencias anteriores nos demostraron que no hay lugar para la improvisación. La vida sigue y el fútbol también. Se analizó lo que salió mal, para corregir equivocaciones, y aprendimos que el sol sale después de ganar un partido, pero también después de perderlo. Dos técnicos que dejaron huella en Colombia, Oswaldo Zubeldía y Pancho Hormazábal, decían con razón que la derrota del domingo dolía el domingo, pero el lunes había que  comenzar a prepararse para el partido siguiente.

Ahora, la combinación de un técnico capaz y una generación de futbolistas brillantes nos compensaron la perseverancia. Dejamos de jugar como nunca y perder como siempre, según lo repetían los más antipáticos pesimistas, y empezamos a acumular triunfos y gozar de satisfacciones en cadena.

No fue fácil aprender a ganar. Pero lo hicimos. Ojalá  no se nos olvide. Por fortuna los jugadores son hombres de fe. Creen en Dios y creen en sus compañeros.

Lo importante es no desmayar y avanzar con paciencia y dedicación. Así se descongelan situaciones que parecen            inmodificables. Por muchos años no tuvimos verdaderos goleadores. “Falta un nueve” decían hinchas y comentaristas en su lenguaje cifrado. Nadie imaginaba que los tendríamos en abundancia, que los máximos anotadores de las ligas de Bélgica, Portugal y Alemania serían colombianos, ni que en Argentina los goles de River Plate los haría otro colombiano,  ni que los técnicos más afamados de Europa calificarían a Falcao como el mejor delantero de área del mundo. Pekerman tiene para escoger entre Jackson, Bacca, Teo, Adrián Ramos y Víctor Ibarvo.

Algo similar ocurre en la portería. Las escuelas de arqueros  está sacando una cosecha excelente, con casos como el de David Ospina, triunfador en Francia, acostumbrado a ganar certámenes mundiales desde antes de los 18 años.

Quienes añoran los tiempos de Jairo Arboleda y conservan en las retinas la imagen del Pibe Valderrama, solo deben encender el televisor y esperar la siguiente jugada de James Rodríguez o Juan Fernando Quintero, o apreciar el sabor que le pone Juan Guillermo Cuadrado y el trabajo de contención de Carlos Sánchez y Abel Aguilar.

Los que aprendieron a admirar defensas como el Cobo Zuluaga y Óscar López, tienen para escoger en una línea de fondo que va desde la veteranía de Mario Alberto Yepes hasta la novedad que representa Eder Álvarez Balanta, pasando por Pablo Armero y Camilo Zúñiga.

Confieso que no conozco casi nada de fútbol. Pero me conmueven selecciones como la actual, llena historias de vida como la de Zúñiga, figura destacada en el calcio italiano, quien  aprendió a jugar, desde su más tierna infancia, llevándole los guayos a la estrella futbolística de la familia: la mamá, impasable defensa central de las selecciones de Chigorodó y Carepa.