Sí, llegó Diciembre y con él las tradicionales festividades que año tras año se vienen realizando en nuestro suelo patrio, pero inveteradamente en estas calendas se presentan serios problemas con el uso y abuso de la pólvora pese a que no hay medio de comunicación, ni autoridad, que no haga referencia sobre el riesgo que engendra la utilización de la pólvora para alegrar las festividades del mes. Se hacen ingentes llamados a la responsabilidad y cuidado que se debe tener de cara a un tema tan peligroso, pero en la mayoría de los casos la ciudadanía hace oídos sordos a los clamores y recomendaciones y de tal reticencia a las alertas tenemos que vivir dolorosos casos de quemados , situación que se repite en toda la escala social.
Cada año los alcaldes se proponen bajar el número de quemados con este elemento y al terminar las navidades siempre el resultado es frustrante, porque como lo venimos afirmando, la ciudadanía no escucha las advertencias que hacen sus dirigentes. Sabemos que existen en el país grupos humanos de gran representación, dedicados a la fabricación, comercio y distribución de artefactos pirotécnicos. Es más, en solo Bogotá tenemos barrios enteros donde sus moradores, por tradición, se dedican a industrializar la producción de estos artefactos, actividad que es aceptada cuando el producto va dirigido a personas u organizaciones expertas en su uso y explotación.
Varios municipios en sus conmemoraciones contratan a especialistas del tema para alegrar y poner un toque tradicional en las celebraciones y eso está bien. Mundialmente se conocen eventos engalanados con juegos pirotécnicos, de espectacular factura. Lo censurable es la distribución y comercialización irresponsable en diferentes comunidades para ser manipulada por manos inexpertas y más irresponsable aún es que los progenitores permitan que menores de edad, inhábiles e imprudentes manipulen pólvora de cualquier índole.
En años pasados las administraciones apoyadas en los medios de comunicación adelantaron campañas previniendo a colectividades enteras sobre los peligros y riesgos que esta actividad representa y lograron buenos resultados, aunque nunca los deseados pero algo se obtuvo. Hoy las autoridades pretenden ser más drásticas y realizarán operativos con el objeto de incautar este tipo de elementos conocidos como fuegos artificiales. Esa es una buena medida pero sería saludable que al lado de la represión, llevaran la educación, comprometiendo a padres y mayores en un gran acuerdo o promesa nacional, con miras a impedir, por todos los medios, que tanto adultos, como sus párvulos manipulen pólvora o sus derivados y que la familia verificara que bajo ningún motivo se permita esta actividad a menores.
Definitivamente luchar contra la costumbre es muy complicado, pero se debe hacer lo imposible para cambiar esa cultura tan nociva para la humanidad y arraigada por tradición en nuestras prácticas decembrinas.