DIEGO ARANGO* | El Nuevo Siglo
Jueves, 25 de Abril de 2013

Cuerpo perfecto y alma imperfecta

 

Los humanos somos cuerpo y alma, eso nos diferencia de las otras especies vivas de la Tierra. Dios nos dotó en la creación de estos dos elementos que constituyen la persona humana. En ellos el cuerpo, que es el resultado de una evolución permanente, ha venido desarrollándose conforme a las diferentes épocas de la humanidad. La estatura ha aumentado, el peso corporal igualmente, el color de la piel ha variado y los rasgos fisonómicos se han modificado. Lo anterior se ha debido a las mezclas raciales, la alimentación, la medicina, el ambiente y los inventos mecánicos y tecnológicos. Pero el cuerpo humano posee una perfección inigualable. Por ejemplo, el ojo tiene capacidad para ver en 180 grados. El cuerpo soporta altas y bajas temperaturas, igualmente la presión atmosférica. El hombre ha descendido a las profundidades del mar con sus propios pulmones más de 200 metros y se ha tirado en paracaídas desde 39 mil metros. También es capaz de correr, nadar y montar en bicicleta miles de kilómetros. Ha ascendido sin oxígeno a alturas que superan los ocho mil metros y descendido a cavernas de kilómetros de profundidad. Puede pasar meses sin probar alimento y días sin beber agua. Ningún animal en la Tierra tiene la capacidad física integral que tiene el cuerpo humano. Podríamos decir que es perfecto.

En cambio el alma es imperfecta, razón por la cual existe tanta barbarie, injusticia e inequidad. Todo porque el alma humana es pequeña, se deja dominar por la mente que es la que produce las emociones, la ira, la soberbia, el orgullo, los odios, los rencores, la envidia, la codicia y contamina el alma que es buena por naturaleza. En la mente se producen los pecados y si el alma los tolera, la persona se estanca o retrocede espiritualmente. Pero la mente de por sí no es mala, es ambiciosa, audaz, imaginativa y muy poderosa. La mente es dominante y abusa de la bondad amorosa del alma. Por eso grandes seres humanos de la historia han sido almas grandes, han controlado su mente. Sócrates, Platón, Aristóteles, Séneca y otros. En la época cristiana Jesús quien soportó la crueldad e injusticia de los hombres, San Francisco de Asís. En otras religiones Mahoma, Confucio, Lao Tse. En el mundo reciente Gandhi, el Dalai Lama, Juan XXIII, Juan Pablo II, la madre Teresa de Calcuta entre otros. Personas que la grandeza de su alma y llenas de amor permitieron que su espíritu inundara a la humanidad con su ejemplo y enseñanzas.

El cuerpo, que ha superado los 72 años de vida promedio, tiene hoy una esperanza de vida que llega a los 86 en algunos lugares. Ha logrado inmunizarse de la enorme contaminación ambiental y está prolongando su juventud. Pero la escasez de alma, producto de una mente que reacciona y no avanza, está desbalanceando el equilibrio natural del ser humano, manteniéndolo en una potencia de sólo el 10% de la capacidad de su cerebro. En la medida que el alma perfectible domine a la mente, el hombre como especie podrá lograr un paraíso en la Tierra lleno de amor, armonía, justicia, igualdad y progreso.

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*Presidente Canal Teleamiga Internacional