El filósofo alemán Immanuel Kant, autor de la Crítica de la Razón Pura, concibió: “la dignidad puede considerarse como un valor intrínseco de la persona moral, dignidad que no puede ser confundida con ninguna mercancía, dado que no se trata de nada intercambiable o provechoso”.
Agrega: “el valor de la persona proviene de la dignidad que le es inherente a los seres racionales libres y autónomos. Todo ser humano es capaz de obrar según principios morales, es decir, de obrar en forma responsable”.
En el estudio “Dignidad Humana como pilar del Estado Social de Derecho en Colombia”, presentado por las doctoras Fabiola Teresa Carrillo Almeyda y Nancy Milena Umaña Gómez, en la Universidad Santo Tomás de Villavicencio, señala: “Dignidad Humana es un valor superior, toda vez que, en el ámbito del Derecho, la Dignidad Humana no sólo significa superioridad de los seres humanos sobre los animales, sino que es, un fundamento de la ética pública de la modernidad, siendo el prius de los valores políticos y jurídicos y de los principios y los derechos que se derivan de esos valores. Por ello, hay quienes dicen que la Dignidad Humana es el principio guía del Estado, dado que se presenta en dos sentidos, por un lado, el individuo queda libre de ofensas y humillaciones, mientras que por el otro, le permite llevar a cabo el libre desarrollo de su propia personalidad”.
Analizando estos conceptos filosóficos y jurídicos, quisiéramos que la dignidad humana en nuestro país fuera respetada, principalmente en el campo social y político.
Pero no es así, en esta época pre electoral los candidatos a las diferentes corporaciones públicas, brillan por su populismo, hacen alianzas para ganar el mayor número de simpatizantes, llevando a sus electores como animalitos al despeñadero.
Estos candidatos han convertido a “Juan Pueblo” en un objeto mercantil, su mensaje subliminal así lo expresa: “con la credibilidad que me concedas tu decisión será por el bien de la patria, con tu voto ungirás a un honorable padre de la Patria, allí gobernaré en nombre tuyo, seré tu fiel amigo”.
Con tu decisión favorable tendré la libertad de disfrutar de unas largas vacaciones, de ganar suntuoso billete, podré desbaratar el quorum para impedir que se apruebe alguna ley que vaya en contra de nuestros intereses.
Bien lo expresaba el indio Rómulo en una de sus poesías costumbristas: “Ya toy cansao de toitas las promesas/ de esos dotores que por aquí aparecen/ dos o tres meses antes de elecciones/ que tan solo mentiras nos ofrecen/ y van diciendo que es que son los redentores de los que están sin pan, sin techo y sin abrigo……”
Es el cataclismo de nuestra democracia, donde se exigen derechos pero se incumplen deberes, amparados por el libre desarrollo de la personalidad.
Nos acercamos a unas elecciones en las que se decidirá el futuro de Colombia. Ojalá la Divina Providencia conmueva la dignidad de nuestros compatriotas, para puedan elegir seres humanos dignos alejados de costumbres malsanas.