En esta época que antecede a las campañas políticas saltan a la palestra toda serie de propuestas venidas de aquellos personajes que de una u otra forma aspiran a ocupar puestos representativos en el andamiaje administrativo del país. La última carga de profundidad que explotó hace referencia al nombramiento de un ciudadano ajeno a la institución como Director de la Policía Nacional, es decir en buen romance, un civil como director.
Válida la propuesta como estrategia propagandística o política, pero bastante discutible desde el punto de vista práctico y factible, pues la historia y los antecedentes de esta respetable institución, que se ha convertido por los últimos días en la columna vertebral de la democracia en nuestro país, debiendo soportar sobre sus hombros una serie de ataques y arremetidas venidas especialmente de grupos con tendencias revoltosas y violentas, por no decir de extremas, que buscan desestabilizar el país en eras de sus exageradas ambiciones, muestra lo nocivo y equivocado que ha sido la improvisación al nombrar en los cuadros de mando de la policía a personas sin experiencia ni conocimiento; poner a dirigir cualquier institución por trivial que esta sea, a una persona solvente social, política e intelectualmente pero con falencia de experiencia y formación en su filosofía, doctrina, misión y objetivos es una aventura traída de los cabellos, que juega en contra del prestigio, supervivencia y aun la imagen del país mismo, y en el caso de nuestra institución, bien lo decía el presidente Alberto Lleras Camargo “habrá buen o mal gobierno si hay buena o mala policía”
La historia policial da cuenta de los altibajos sufridos por la institución ante la falta de continuidad en los planes y proyectos que generó, en sus inicios, la política partidista, ingiriendo en su administración y dirección, al nombrar cuadros de mando inexpertos y ajenos al devenir profesional; insolvencia que se fue catalizando con el paso de los años y la profesionalización de sus hombres, hasta llegar a lo que es hoy: la institución más respetada y reconocida mundialmente por la formación de sus componentes, los adelantos tecnológicos, aquellos éxitos y logros contra el narcotráfico y su aporte en vidas ante esta lucha, sin olvidar el compromiso de combatir permanentemente todo tipo de criminalidad.
Entendamos que se trata de una entidad dirigida y administrada desde albores de los años 50 por oficiales incorporados y formados en su escuela General Francisco de Paula Santander, hombres que mantuvieron la policía distante de la injerencia política, logrando preservar esa independencia que hoy pretenden vulnerar para revivir épocas aciagas, donde sus hombres fueron utilizados para satisfacer apetitos partidistas.
Se equivocan por desconocimiento o ambición quien pretende manipular una institución centenaria, profesional y respetada, que ha transcendido muchas vicisitudes.