Dolió la salvaguarda lechera | El Nuevo Siglo
Domingo, 25 de Julio de 2021

Desde marzo, Fedegán, en representación de los ganaderos colombianos, solicitó al Ministerio de Comercio la salvaguarda a las importaciones de leche desde Estados Unidos. Es la tercera vez que comparto este tema con mis lectores, porque no es un asunto menor, aunque invisible para el gran público, como sucede con todo “lo rural”, pues el consumidor que toma una caja de leche en el supermercado se conecta siempre con la costosa publicidad de la industria, pero nunca con el trabajo abnegado de 400.000 productores de leche, en su mayoría pequeños ganaderos que hacen parte de la pobreza rural.

Con ellos es nuestro compromiso. Como señalé en anterior ocasión, ese campesino que malvende su leche, “no entiende por qué la industria se la compra a ricos ganaderos de Estados Unidos y no a sus compatriotas pobres, como él, que producen la que pueda necesitar, de buena calidad y a buen precio”, cuando Colombia produce más de 7.000 millones de litros, pero la industria compra apenas la mitad y, aun así, importa toda la que puede.

La salvaguarda es cuestión de subsistencia para miles de campesinos que, agobiados por el clima, la pandemia, el paro y una industria importadora insolidaria, han puesto en ella sus esperanzas como tabla de salvación; un proceso que, además, busca equilibrar las cargas de un “TLC embudo” para la ganadería, en el que todo nos venden y nada nos compran.

Como era de esperarse, los exportadores y granjeros estadounidenses hicieron causa común con nuestros industriales importadores y con su gremio, la Cámara de Alimentos de la ANDI, y la emprendieron contra la solicitud, en un documento tan extenso como frágil en sus argumentos.

El que aparece como central me causa entre indignación y gracia. Según ellos, la leche líquida que producimos los ganaderos y la leche en polvo que nos venden, no son productos similares y nada tiene que ver el uno con el otro.

Lo que faltaba; es como afirmar que nada tiene que ver la guayaba con el bocadillo y, entonces, importemos guayaba y los campesinos de Vélez y del trópico medio donde se produce, pues que se… frieguen. Importemos leche en polvo, que nada les pasará a los ganaderos que madrugan al ordeño, a quienes la industria no les compra la suya para pulverizarla, pues es mejor traerla de Estados Unidos.

Es válido que defiendan su negocio, pues 112 millones de dólares en ventas a Colombia en 2020 no son una bicoca. Están preocupados, pues el volumen de sus exportaciones es muy importante, aunque su estrategia sea desestimarlo: 40.405 toneladas de lácteos en 2020, 31.004 de leche en polvo…, la misma leche que no se compró a nuestros campesinos.

No es coherente la posición de la ANDI, mas no en su defensa de la industria, su misión, sino con la promoción de campañas “Compre colombiano”, pero los productos terminados de sus representados, que para la materia prima campesina están los mercados del mundo.

No es menos absurda la pretensión de descalificar la representatividad de Fedegán para solicitar la salvaguarda, porque los ganaderos no producimos leche en polvo. ¡Qué tal! Entonces, y me disculpan la expresión, ¿con qué carajos se produce la leche en polvo?, que no es otra cosa que la nuestra, pero sin agua y en empaque bonito.

Dolió que los ganaderos quisieran sacudirse de un TLC desequilibrado y de la posición dominante de la industria, razón de más para continuar “vigilantes”, aunque confiados en el buen juicio de la ministra de Comercio frente a las legítimas expectativas de los productores de leche.

@jflafaurie