El presidente Duque, desde la campaña, señaló con toda claridad que el país necesitaba hacer unos esfuerzos mancomunados para superar las brechas y especialmente el desbalance fiscal y dejó ver su firme creencia en que la mejor de las políticas de austeridad en el gasto público es el impulso al crecimiento económico y lo importante de desahogar de la alta carga tributaria a las empresas.
De ahí que invita a todos a un Pacto nacional, del cual todavía no somos muy conscientes. Así se pretende reducir las tarifas de impuestos a las empresas, con el reconocimiento de ser los principales actores generadores de empleo pero con el encargo tácito de contribuir con un aumento “sustancial” del salario mínimo, es decir por encima de la inflación, más allá del último incremento del 5,9% y por una sola vez.
La propuesta no tardó en ser presentada por el senador Álvaro Uribe Vélez, antes del primer mes del nuevo gobierno, con la advertencia que dichas facultades extraordinarias al Presidente respecto del citado incremento extraordinario del salario mínimo deben considerar entre comillas: la articulación jurídica, tributaria y financiera a fin de evitar presiones inflacionarias y también velar por la ausencia del impacto de este incremento en los indicadores económicos del país. Toda una milimétrica tarea.
Se sabe además que un buen número de personas ahora pagarían impuestos, por la necesidad de ampliar la base tributaria, pues la proporción de colombianos o personas naturales que los pagan es baja. Y en otros muchos se tendrá que dilucidar su capacidad económica para prescindir de los subsidios.
A su vez, con el argumento de cumplir con las promesas de campaña, en la exposición de motivos del Proyecto, se une el aumento del salario mínimo y la rebaja de impuestos al compromiso con ¡la austeridad y total transparencia del Estado! Hecho que ante los esfuerzos de los demás actores, debe ser ejemplar.
Es decir que el Pacto nacional empieza a dar sus primeras puntadas y requiere de mucha mesura y una enorme capacidad de convencimiento. Ahí es donde la habilidad y el carisma político se vuelven importantes para ser capaces de transmitirlo y tocar la conciencia popular, cuando se trata de tocar el bolsillo de muchos.
Es cierto que frente a las dificultades fiscales del país queda aumentar los ingresos y controlar los gastos y que esto empieza por estimular el crecimiento y por cortar la vena rota que abre la corrupción.
No obstante, es indispensable conocer el plan de reducción del Estado, de las entidades que se identifiquen con la duplicación de funciones y la propuesta de disminución del gasto de funcionamiento del gobierno. Se trata también de una priorización de la política social muy difícil de estructurar, cuando muchos ministerios se quejan de bajo presupuesto. Sin embargo, el país necesita conocer dónde va a estar la austeridad del gobierno, como parte fundamental del Pacto nacional, pues el sacrificio es de todos y el ejemplo comienza por casa.
*Presidente Corporación Pensamiento Siglo XXI
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