La primera vuelta deja la contienda presidencial entre Duque y Petro, como advertían las encuestas. En términos generales, ganó la opinión sobre la maquinaria, los partidos políticos tradicionales no pudieron -o no quisieron- movilizar a sus estructuras en favor de sus candidatos. Juan Manuel Santos fue el gran derrotado de la jornada del domingo, los dos candidatos más cercanos al Gobierno fueron castigados en las urnas, precisamente, por representar el continuismo y el Acuerdo con las Farc. Se vienen semanas difíciles, no hay nada escrito, ganará quien logre cautivar al centro del espectro político.
Una de las grandes sorpresas de la primera vuelta fue Sergio Fajardo: ganó en Bogotá con más de 1.2 millones de votos y estuvo cerca de superar a Petro a nivel nacional. Su paso a segunda vuelta habría puesto en apuros a Iván Duque, al ser un candidato competitivo en el centro, con capacidad de atraer votos de opinión en los grandes centros urbanos. Su discurso conciliador, enfocado a la educación, el medio ambiente y la lucha contra la corrupción, logró calar en amplios sectores sociales. Le faltaron un par de semanas para pasar a segunda vuelta, sus electores serán el centro de la disputa, y son definitivos para ganar.
Esta elección confirma que la maquinaria funciona en las parlamentarias, pero las presidenciales las define la opinión. La participación fue histórica y seguramente va a aumentar en segunda vuelta. Los caciques electorales han perdido valor y su capacidad de endoso quedó sepultada, una buena noticia, pues ya no podrán comprometer su apoyo a los candidatos a cambio de participación en el Gobierno, fuente de corrupción. El apoyo de “los políticos de estructura” termina siendo contraproducente para los candidatos, contra ellos están votando los colombianos.
Duque tiene tres semanas para ganarle a Petro, tiene que arrebatarle a los electores del centro del espectro político. Debe dedicarse a Bogotá, donde quedó tercero, aún tiene un millón de votos por alcanzar. Tiene que evitar reuniones a puerta cerrada, que no lo dejan crecer, organizadas por políticos expertos en contratar comités de aplausos, al servicio del mejor postor. Duque debe quedarse en las calles apelando a la opinión. Va a ganar el que no se equivoque, el que no represente una amenaza para los demás. El que asuma posiciones moderadas y el que le haga propuestas sensatas y viables al país.
Petro representa el pasado, la lucha de clases, el discurso del odio y la división; la obsoleta política social del asistencialismo paternalista, de la planificación económica, de la estatización de la economía, de los falsos dilemas entre desarrollo y medio ambiente, empresa o Estado, libertad o seguridad, individuo o comunidad. Petro es una amenaza a la democracia liberal, a la economía de libre mercado, a la división de los poderes, a las libertades individuales, a la iniciativa privada.
En Iván Duque y Marta Lucía Ramírez millones de colombianos, tenemos depositadas nuestras esperanzas y nuestro futuro. Sin triunfalismos, porque aún no hemos ganado. Nos enfrentamos a un contrincante que no tiene límites ni escrúpulos, que no respeta las reglas del juego y que está dispuesto a todo con tal de ganar. Salgamos todos a defender una Colombia libre, prospera y democrática.
@SamuelHoyosM