En los últimos días se han presentado en Bogotá una serie de actos delictivos, dirigidos especialmente a residencias ubicadas en el nororiente, lo que generó una protesta ciudadana de diferentes sectores, manifestando su preocupación y buscando una pronta respuesta de las autoridades, esencialmente de la policía. El barrio Rosales fue uno de los más afectados por esta embestida criminal, que dejó como saldo una residente herida con arma de fuego y el hurto de su camioneta.
Estos hechos demuestran que los antisociales no pierden oportunidad de atentar contra ciudadanos de bien, quienes soportados en celadores, patrullas de policía y redes de cámaras instaladas en los diversos sectores, bajan los niveles de alerta y desprevenidamente caen en manos criminales. Pero ojo, se ha puesto en boga desechar el servicio de vigilancia privada para hacer los edificios inteligentes, modalidad que sería saludable evaluar, y si me permiten, quiero exponer algunas desventajas. Lo primero es reconocer que la tecnología sin el factor humano no puede funcionar, y lo digo porque el principio rector de esta estrategia se soporta en tecnología. Me explico, para ingresar al edificio los residentes utilizan la huella y en caso de fallar el sistema recurren a una tarjeta; la puerta, una vez ingresado el usuario, se cierran impulsadas por un brazo hidráulico. En cuanto al garaje, los conductores cuentan con un botón, que al accionarse abre la puerta permitiendo la entrada del vehículo, puerta que el mismo conductor con el mencionado botón, se encarga de cerrar.
Estos edificios en las horas diurnas contratan un todero, personaje que se encarga de las basuras y reparaciones menores al interior del edificio especialmente en zonas comunales, con un horario acordado que fluctúa entre las 08:00 y las 17:00 descontando su hora de almuerzo. El aseo en sectores comunales lo ejecuta una señora enviada tres días a la semana por empresas especializada en esas lides. Como vemos el inmueble está totalmente desprotegido, a partir de las 17:00 horas las áreas comunales quedan desoladas, riesgo que se extiende toda la noche. En cuanto a garajes, la puerta se abre a una velocidad prudente, tiempo que cualquier antisocial puede utilizar para colarse al parqueadero.
Resumiendo, este tipo de edificios no cuentan con la seguridad que hoy por hoy amerita la urbe bogotana y aunque esta alternativa baja costos de cara al valor de los vigilantes, el riesgo de inseguridad es muy alto.
Los comandantes de policía hacen ingentes esfuerzos pero necesitan apoyo ciudadano. Urge la asistencia de residentes a las reuniones con la policía y es necesario que los administradores se hagan presentes en los comités de seguridad. Además se recomiendan cámaras enfocando a zonas internas y externas, mientras que en cuanto a la comunicación, debe ser expedita, oportuna y continua. La lucha es de todos.