EDUARDO VARGAS MONTENEGRO | El Nuevo Siglo
Viernes, 5 de Abril de 2013

Cuando sea padre

Aún no soy padre, reflexiono constantemente desde mi condición de hijo, reconociendo las grandes dificultades que una mamá y un papá requieren atravesar para desarrollar una tarea existencial de semejantes proporciones.  En ocasiones los hijos juzgamos duramente a los padres, como si hubiésemos nacido con un manual de instrucciones el cual garantiza éxito absoluto si se sigue al pie de la letra, y que trae además un test de efectividad o de competencia, desde el cual rajamos a quienes nos antecedieron en la existencia, a veces sin contemplación alguna. 

También he podido reflexionar sobre la tarea de ser padre o madre gracias a las miles de personas que he podido acompañar en procesos individuales o colectivos, y efectivamente no existen maneras únicas para hacer el ejercicio de la paternidad, y sí muchos miedos, dudas, frustraciones, certezas relativas, alegrías y triunfos de los cuales aprender.

Hoy tengo claro que cuando tenga un hijo o una hija seré ante todo su servidor: soy consciente de que al ser padre estaré sirviendo a un alma en evolución que requiere de esta experiencia material para continuar su proceso de ampliación de la conciencia, o lo que solemos llamar la vida eterna.  Entonces, la primera intención con mi hija o hijo será servirle, desde lo físico, lo emocional, lo cognitivo y lo espiritual, para resumir en cuatro áreas básicas las múltiples dimensiones de ese servicio.

Asimismo tengo claro que no tendré que formar a mi hijo o a mi hija, por una razón elemental que se suele pasar por alto: ¡ya tiene forma!  Algo más grande que yo se la dio, algo más grande que yo ha permitido esa manifestación de vida, una vida que no me pertenece a mí sino a Dios.  Entonces mi compromiso consciente será no “formarle”, sino acompañarle en su proceso vital, para que crezca en la mayor armonía posible, siendo consciente de sí misma o mismo, y de la importancia fundamental de cumplir con la misión a la que se comprometió antes de encarnar.

Sé que no le vestiré con la camiseta de ningún equipo, de fútbol ni de béisbol ni de nada: ya la vida le irá mostrando qué le gusta, con qué vibra, qué ama.  Tampoco le matricularé en ninguna religión, porque respetaré su libre albedrío.  Sí verá con mi ejemplo que creo profundamente en la Conciencia Divina, que procuraré ser lo más congruente posible con ello y que también a veces me faltará coherencia: me equivocaré en muchas cosas, sin duda, y de ello podremos aprender.   Respetaré sus aprendizajes.  Le guiaré para que, en lo posible, sean desde el amor y no desde la pasión. Haré todo lo posible por permitirle ser.

@edoxvargas