Eduardo Vargas Montenegro, PhD | El Nuevo Siglo
Lunes, 8 de Junio de 2015

“Cada jornada vivimos situaciones retadoras”

ESENCIA

Experiencias vitales

 

¿De  qué nos sirven las experiencias si no somos capaces de aprender de ellas? Cada jornada vivimos situaciones retadoras, ante lo cual tenemos dos opciones: asumir el protagonismo de nuestra vida y hacernos cargo de todo lo que nos ocurre o ceder nuestro poder y responsabilizar a algo externo de lo que nos sucede, lo cual es más evidente cuando eso que atravesamos lo calificamos de “malo”. Cedemos nuestro poder a la pareja actual o la anterior, papá, mamá, los jefes, las bandas delincuenciales, los ladrones de cuello blanco, los grupos armados, el trancón, la educación, el trabajo, la economía, el clima…

Encontrar culpables afuera es absolutamente fácil. Estamos acostumbrados a ello culturalmente y -como se suele decir coloquialmente- escurrimos el bulto. De lo que muchas veces no caemos en la cuenta es de que antes que un favor, la evasión de nuestra responsabilidad es un gran obstáculo para nuestro desarrollo.

Luchamos contra muchas cosas, que existen, son reales y causan daño, que pasan por fenómenos como corrupción generalizada, abuso sexual, maltrato intrafamiliar, acoso, lesiones y homicidios, entre tantos que aparecen cada día en las noticias o que no son tan espectaculares ni vendedores como para mojar prensa. Y nos sentimos víctimas de todo ello, muchas veces reales e invisibles.  Nos colgamos los rótulos de pobrecitos y seguimos renunciando a nuestro propio poder.

Creo que nada de lo que nos sucede es casual ni gratuito; por el contrario, cada situación que vivimos tiene un sentido vital y si la experimentamos es porque nos correspondía: algo nos atrajo. Por lo general nos quedamos anclados en los por qués, que son importantes para comprender las causas que han generado nuestras experiencias, pero que nos amarran al pasado. No es tan frecuente que nos preguntemos los para qués de lo que nos ocurre. Y allí es donde podemos encontrar el sentido, que se nos envolata cuando solo nos percibimos como víctimas, pasivas, usadas, manipuladas, atropelladas, negadas.

Cuando nos preguntamos para qué nos ocurre lo que nos ocurre nos abrimos a nuevas experiencias. Podemos reflexionar sobre los ciclos que repetimos, esos bucles vitales en los que nos montamos sin darnos cuenta y a partir de los cuales construimos -sin saberlo- las experiencias futuras. Es allí cuando podemos aprender en la vida que vivimos cada día. Aprender a identificar lo que no es armónico en nuestra vida y soltarlo. Aprender a que tenemos derecho a dejar de ser víctimas si lo fuimos. Aprender a que también tenemos derecho a dejar de ser victimarios si lo fuimos. Aprender a que podemos quitarnos adjetivos que no aportan. Cada vivencia encaja perfectamente en el continuo de la vida. Solo falta que armemos el rompecabezas y vivamos.

@edoxvargas